EFECTO MUNDIAL. La invasión de Rusia a Ucrania cumplió ya tres semanas, y ya se cuentan por miles las víctimas, mientras son ya más de tres millones los que han huido de los cruentos bombardeos.
Pese a que se vienen llevando a cabos diálogos para un alto al fuego, hasta el momento, no se registran mayores avances, pero sí se ha acentuado la ofensiva militar rusa. Occidente, por su parte, viene aumentando la ayuda militar para la defensa de Ucrania.
Conforme se intensifica la ofensiva de Rusia, el país acumula más sanciones, más de las que se hayan implementado en un pasado reciente, y deben ser muchas más de las que Moscú debe haber anticipado. Las consecuencias de esas medidas aún están por verse, pero ya se evidencian en la economía mundial. Ucrania estima, por ahora, que el costo de la guerra supera ya los US$ 500,000 millones, mientras que para Rusia ya se proyecta una contracción de hasta 10% en su PBI.
En cuanto al mundo, de acuerdo a la OCDE, la guerra costaría un punto porcentual al PBI global este año, con Europa teniendo un impacto de hasta dos puntos porcentuales en su crecimiento.
Desde que comenzó el conflicto, las materias primas también se han disparado, con el trigo acumulando un 17% de incremento en su precio, el maíz un 9% y níquel duplicando su cotización. En tanto, el crudo se ha incrementado 11%.
Ucrania y Rusia son grandes productoras de granos del mundo, y este último es también un gran productor de níquel y petróleo, por lo que la duración de los enfrentamientos es clave para el precio de dichos productos. Pero por ahora, el alza de esos productos viene sumando mayor presión para la inflación, problema que ya enfrentan varias economías del mundo, incluidas las de América Latina.
Si bien las economías de la región podrán beneficiarse por mayores precios de los commodities, los mayores costos de producción pueden reducir tales beneficios, mientras se prolongan también la ola de alzas de tasa de interés.
Existen además otros factores que se podrían esperar tras la censurable invasión rusa. Se ha quebrantado el derecho internacional y se ha generado una ola de desconfianza, la misma que será muy complicada de restaurar, mucho más en Europa.
Ante ello, es indispensable intensificar las gestiones diplomáticas para llegar pronto a un acuerdo que permita, primero, detener los enfrentamientos y evitar mayores víctimas. Así, se evitará además un mayor daño e impacto en la economía mundial, que apenas venía saliendo de los efectos de los peores momentos de la pandemia.