SALUD. El Minsa todavía no se convence de que la quinta ola de contagios del covid-19 ya habría llegado. El martes pasado, el director general del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades de ese despacho, Eduardo Ortega Guillén, calificó de “exagerado” que esté iniciándose un nuevo brote de casos, tal como advirtió la Sociedad Peruana de Medicina. Pero un día después, la titular del Minsa, Kelly Portalatino, le enmendó la plana –a medias– y vaticinó que, de ocurrir, la ola sería leve y surgiría en la quincena de diciembre.
Las declaraciones de ambos funcionarios revelan que el manejo de la pandemia continúa siendo desordenado (por no decir caótico), y que los constantes cambios de altos funcionarios en el Minsa han servido de poco para retomar el proceso que Hernando Cevallos logró mantener hasta que salió del Gabinete a inicios de febrero. Como se recuerda, fue reemplazado por el cuestionado Hernán Condori, bajo cuyo mando renunció el Consejo Consultivo del Minsa, así como funcionarios que supervisaban la vacunación. Si bien solo duró 50 días en el cargo (fue censurado por el Congreso), se trajo abajo lo avanzado.
Y su sucesor, Jorge López, tampoco destacó por su eficiencia. La aplicación de dosis dobles de la vacuna al personal de primera línea fue una negligencia mayúscula, aunque habría que mencionar que reactivó el Consejo Consultivo, en junio. O sea que el Minsa habría estado cuatro meses sin recibir asesoría de expertos. Hay que precisar que Ortega (el director de Epidemiología), nombrado en setiembre, no es experto en esa materia sino en cirugía de manos. Todo este desbarajuste serviría para explicar, en parte, el aumento de contagios en las últimas semanas, a lo que debe sumarse la eliminación de protocolos como uso de mascarilla en lugares cerrados o la acreditación de vacunación producto del fin del estado de emergencia, oficializado a fines de octubre.
Existe una causalidad directa entre la disminución de las medidas de protección y el aumento de contagios –y ahora también de fallecimientos–, y si se agrega un proceso de vacunación casi trunco en los últimos meses, entonces se han creado las condiciones para una nueva ola. Lo preocupante es que su pico, aunque sea menos intenso que en las olas previas, coincidirá con la campaña navideña. Sin olvidar que aunque no lleguen hasta una UCI, los contagiados tendrán que guardar reposo por varios días, lo cual incidirá negativamente en el empleo, en una economía que no logra salir del enfriamiento. Y pensar que se pudo evitar.