CRISIS POLÍTICA. En las últimas semanas, se agravó la situación por la que atraviesa el país. A la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia –y acrecentada tanto por factores internos como externos– se ha agudizado la crisis política provocada por la incapacidad del Gobierno de Castillo y también por la incompetencia del Poder Legislativo, en algunas iniciativas como el caso de la reducción del IGV.
Frente a una ciudadanía que exige la toma de decisiones, el Ejecutivo prefiere mirar de costado y negar la realidad de quienes están pidiendo crecientemente la renuncia del mandatario (al pasar de 53% a 63% según la última encuesta de Ipsos) y en otros casos el cambio de gabinete. Hoy existen varios dilemas frente a los cuales la población exige que haya decisiones.
¿Cuál será el futuro del Gobierno de Pedro Castillo? ¿El Congreso insistirá en la vacancia? ¿El presidente podría pensar en la renuncia? Si Castillo no quiere dejar el cargo, ¿está dispuesto a un pacto político que le brinde la legitimidad que hoy no tiene? Pero también cabe preguntarse si las bancadas del Congreso consideran viable un pacto que mantenga a Castillo en la Presidencia a cambio de un gabinete que sea totalmente diferente a la manera como han estado conformados hasta ahora. Algunas respuestas empiezan a vislumbrarse. Por ejemplo, el ministro de Cultura ha indicado que si bien el ministro de Justicia planteó la posibilidad de la renuncia del presidente, esta opción fue rechazada y el resto de ministros apuestan por dejar de lado la confrontación y buscar la gobernabilidad con el Congreso.
Sin embargo, las declaraciones del premier Torres atizan las discrepancias entre ambos poderes, y los últimos nombramientos, cómo el del nuevo director general de Minería, demuestran que no existe hasta ahora espíritu de enmienda, pues se eligen funcionarios sin las credenciales profesionales ni éticas necesarias.
Además, ¿si Castillo renunciará, el Parlamento estaría dispuesto a apostar por elecciones generales adelantadas? Este dilema por el momento está sin resolver, pues si bien la presidenta del Congreso planteó que de ser necesario “se irían todos”, su postura no tiene consenso entre la mayoría de las bancadas.
Lo cierto es que la urgencia que demanda la población para adoptar decisiones hace necesario que se empiecen a resolver estos dilemas, pero al mismo tiempo, es indispensable que se rompa la hegemonía política de los extremos ideológicos, porque de lo contrario el país seguirá entrampado y sin encontrar la salida. Lo peor que puede suceder es darle paso a la inercia. Ese no es el camino, sobre todo cuando la crisis económica agrava la indignación de la población.