CONGRESO. Cada vez que algún medio entrevista a congresistas individualmente o en grupos pequeños, estos suelen mostrarse tan frustrados como cualquiera de que hasta ahora no se vislumbre una salida clara a la crisis política. Sin embargo, esos mismos congresistas llevan meses sin ser capaces de construir coaliciones democráticas entre los partidos de oposición para llegar a acuerdos concretos que permitan trazar un camino.
Si tras el reciente debate sobre el artículo 117 de la Constitución, prácticamente todos los constitucionalistas (tanto quienes coincidieron con la lectura de la Fiscalía como quienes no) han coincidido en que ese artículo restringe irrazonablemente la posibilidad de procesar y juzgar a un presidente por infracciones constitucionales o delitos muy graves, ¿por qué hasta ahora no ha prosperado una iniciativa de reforma que plantee ampliar esas causales?
Si es evidente que la vacancia por incapacidad moral permanente no tiene una definición 100% clara en la Constitución actual, por lo que es necesario fijar un criterio más preciso que pueda aplicarse con menor polémica en cualquier caso en el futuro (ya sea con Castillo o con cualquier otra persona que ocupe el cargo de presidente), ¿por qué en la agenda de la Comisión de Constitución no se viene priorizando el debate de un proyecto de ley interpretativa o de reforma constitucional para definir con más claridad esos criterios?
Si parte de las reservas que la ciudadanía tiene con la vacancia se explican por una preocupación respecto de qué vendría después si caen Castillo y Boluarte, ¿por qué no hacer explícito vía reforma constitucional al artículo 115 si ante un caso así se llamaría a elecciones generales o solo presidenciales?
Todos esos cambios podrían aprobarse con solo 66 votos en el Congreso y una ratificación vía referéndum. No se requieren los 87 votos que hoy no permitirían aprobar una vacancia. Sobre esto último, si hoy ya hay más de 60 congresistas que apoyarían la vacancia, ¿por qué no los vemos haciendo trabajo político dentro y fuera del Congreso para intentar persuadir de su posición a sus colegas y a la ciudadanía aún no convencida? Casi parecería que están esperando que esos votos lleguen solos. Los congresistas deben comprender que su labor en un momento de crisis política tan grave no es señalar culpables ni quejarse airadamente de la falta de compromiso de otros. Su rol como representantes es hacer política y formar coaliciones democráticas para sacarnos de la crisis. Eso implica necesariamente tomar decisiones concretas. Incluso –y sobre todo– cuando son decisiones difíciles. Salvo que superar la crisis no sea su prioridad.