Editorial: Efectos secundarios

PULSO PERÚ. La aprobación del presidente de la República volvió a caer en enero, tanto en el campo como en la ciudad, de 32% hasta 28%. Junto con él, la primera dama también vio un descenso de tres puntos en su popularidad hasta 30%.

Las respuestas al porqué de esta caída parecen encontrarse en la encuesta también. El 61% de los peruanos, a nivel nacional, está en contra del nuevo régimen especial juvenil, o 'ley pulpín', una de las medidas propuestas por la administración de Humala para incentivar la formalización y la inversión privada. Pero su raciocinio no es intuitivo; más fácil es indignarse por el recorte de derechos laborales a los trabajadores jóvenes, aun cuando los que en verdad están en capacidad de gozar de dichos derechos son una minoría ínfima.

Al darse cuenta de esta "oportunidad", los principales líderes de oposición aprovecharon para cargar contra el mandatario y acoplarse a la "indignación" nacional, desestimando su apoyo previo a la norma. Esta maniobra demagógica parece haberles rendido frutos –por lo menos en el corto plazo– a Keiko Fujimori, Alan García y Pedro Pablo Kuczynski, quienes han visto un golpe de popularidad en el último mes.

Pero la 'ley pulpín' no es el único problema del Gobierno hoy en día. El otro pasivo que carga está relacionado a la corrupción, una constante de los últimos meses. El 59% cree que la pareja presidencial ha participado directamente en los negocios de Martín Belaunde Lossio (a diferencia de simplemente estar al tanto de ellos) y la misma proporción de peruanos cree que el Gobierno facilitó su salida a Bolivia. Asimismo, la mayoría cree que el Gobierno presionará al Poder Judicial para beneficiarlo si es que es juzgado acá.

Mientras tanto, en Lima, Susana Villarán se retira del cargo con un 08 de nota a su gestión, y considerada como la más corrupta de los alcaldes de la historia reciente de Lima por más de un tercio de limeños. Luis Castañeda, quien es recordado como el mejor alcalde en el último cuarto de siglo, tendrá que cumplir con las altísimas expectativas que esperan los limeños para su gestión. La mayoría le da un año para ver resultados.