Presidente del Consejo Privado de Competitividad
La teoría del multiverso es un marco conceptual de la física teórica, que ha sido propuesta como una explicación a varios fenómenos observados, y que sugiere que existen múltiples universos o realidades paralelas además del que experimentamos en nuestra vida cotidiana. Así, bajo esta teoría, uno podría esperar que en otro universo alternativo la economía peruana esté experimentando una senda de desempeño distinta a la triste realidad que nos ha tocado vivir en el mundo en el que nos encontramos.
En nuestro universo, las condiciones de los componentes subatómicos han llevado a que, desde aproximadamente una década, el país haya parado en seco el dinamismo que venía llevando varias de sus reformas económicas.
Como consecuencia de los decisores de políticas públicas que nos dirigieron en la última década, el país perdió posiciones en el ranking de complejidad de la Universidad de Harvard retrocediendo del puesto 95 al 105. Así, lo que nos ha tocado vivir por caprichos de la física cuántica es un deterioro importante en las condiciones de bienestar de los peruanos, porque en otro de los tantos universos alternativos, la cosa parece haber ido algo mejor.
En efecto, en otro universo alternativo, que sólo tuvo que mantener desde el 2012 la tendencia de los años previos, el índice de complejidad productiva de la economía mejoró sustancialmente, lo que nos permitió dar un salto de 10 puntos en el ranking hasta el puesto 85, hecho que trajo mejoras realmente importantes en nuestra productividad.
Así, como consecuencia, el PBI per cápita peruano mejoró en 25% en términos reales entre el 2010 y 2022 en dicho universo, mientras la tasa de pobreza se redujo por debajo del 10%, con un incremento importante de la clase media. En ese universo de ensueño para la economía peruana, la informalidad cayó por debajo del 50%, gracias a una transformación del mercado laboral, de la mano de mejoras amplias en el sector educativo en cuanto a calidad de los maestros, metodologías de enseñanza e infraestructura educativa regional; junto con la ejecución presupuestaria extraordinaria de los gobierno locales y regionales que trabajaron de manera articulada con el gobierno nacional. ¡Una buena descentralización era posible!
Lamentablemente, dentro de nuestro triste universo de inestabilidad política, con siete presidentes en una década, generamos 3 millones más de peruanos pobres. Igualmente, en lugar de reducir la informalidad, tuvimos más de 2 millones de trabajadores en estas condiciones.
En este contexto la economía peruana ha terminado recorriendo un camino que al final del 2022 derivó en un intento de golpe de Estado, protestas violentas a lo largo del país, decenas de peruanos fallecidos, desastres naturales, y todavía dudas sobre el futuro de la presidenta Boluarte y del Congreso de la República. Si bien en febrero se mostraron algunas mejoras en las expectativas empresariales de nuestro universo, el Banco Central de Reserva ha hecho ya un sesudo cálculo del impacto sobre un primer trimestre para el olvido, con pérdidas que han llevado a que el crecimiento de ese período sea nulo, y que las perspectivas de actividad económica para el 2023 se hayan reducido a 2,6%.
Observando los diferentes componentes de la demanda, concluimos que en el plano interno todos los factores se ajustan a la baja en nuestro universo, con principal preocupación de la inversión privada que pasa a niveles negativos. Preocupa sobre todo la minería, un sector clave para nuestras perspectivas de largo plazo, cuya inversión medida en dólares cayó en 18%.
Esta situación, lamentablemente marca un quiebre que no debe sorprendernos, si tenemos en cuenta que, en este universo, el país estuvo liderado por un presidente anti-minero, al que se le plegaron, en diferentes momentos, varios ministros con discursos bélicos y otros queriendo subir tributos al caballazo. Hubo incluso una primer ministra que declaró el cierre unilateral e ilegal de varias minas. ¿Cómo no generar desconfianza? Siembra vientos y cosecha tempestades. Ya en el ámbito externo, tanto la dinámica magra de las exportaciones como el de las importaciones, terminaron de redondear uno de los escenarios más complejos del actual multiverso.
Ahora bien, no todo es negativo. Por un lado, se observa una fortaleza sorprendente de nuestros pilares económicos, sustentados en la Constitución de 1993. Los sólidos fundamentos monetarios y fiscales han permitido mantener una fuerte línea de confianza de los inversionistas a pesar de la recata fila de vendales que no ha dejado de caernos desde diferentes frentes. Tanto así son las cosas que, a pesar de todo, la economía peruana brilla cuando se pretende hacer absurdas comparaciones con economías desastrosas como la boliviana. Por suerte, hasta el momento, ¡no hemos terminado de caer tan bajo! Ahora sin Castillo y rogando que nuestra clase política se comparte algo mejor, quien sabe si tenemos una oportunidad de darle vuelta al marcador en contra.
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