"Será entonces necesario que todos (Ejecutivo, Congreso y ciudadanía) entendamos y busquemos una salida concertada acorde a lo que prevé nuestra Carta Magna: aceptada la renuncia de la señora Boluarte". (Foto: Presidencia)
"Será entonces necesario que todos (Ejecutivo, Congreso y ciudadanía) entendamos y busquemos una salida concertada acorde a lo que prevé nuestra Carta Magna: aceptada la renuncia de la señora Boluarte". (Foto: Presidencia)

Exministro de Salud

No caben dudas para la gran mayoría de peruanos que la vacancia de Presidente Pedro Castillo era absolutamente necesaria y urgente. A pesar de las reiteradas contradicciones y defensas voluntariosas e insostenibles de algunos de sus ministros (léase Chero, Salas, Sánchez y Betssy, así como el propio Aníbal Torres); el propio Castillo se encargó de quitarse la máscara en su mensaje a la nación anunciando el cierre de Congreso de la República, Ministerio Público, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, así como la conformación de un Congreso Constituyente y una nueva constitución. Vale decir, instaurar una dictadura y perpetuarse en el poder por diez, veinte o treinta años. Por cierto, es inverosímil en extremo la argumentación de Bellido y el “pepeo “al expresidente quien dice no acordarse lo que leyó. Si eso fuera cierto, las drogas usadas comúnmente producen somnolencia profunda (barbitúricos) o todo lo contrario sobreexcitación (psicotrópicas). Nada de eso ocurrió señor Bellido; todos los peruanos lo vimos en su temblorosa alocución.

Vacado Pedro Castillo, la sucesión democrática correspondió recaer en la vicepresidenta Dina Boluarte quien asumió la presidencia precisamente en el Congreso de la República y habríamos ingresado a la Era Boluarte. Ella fue expulsada del partido Perú Libre que la llevó al poder en las elecciones generales 2021, y además anunció meses atrás que ella renunciaría a la presidencia si Castillo era vacado. Situación sin dudas de máxima complejidad al tener más enemigos que aliados.

El Ejecutivo de la Era Boluarte, tendría como tarea urgente e inmediata la reactivación económica que nos permita volver a crecer, llevando trabajo y mejores ingresos a todos los peruanos, incentivando la inversión privada en minería, pesca y agroindustria como ejes principales, así como buscar una gestión eficiente y transparente de la inversión pública que se traduzca en mejores servicios básicos de salud, educación, vivienda, agua y transporte. Para tal fin era imprescindible contar un primer ministro y un gabinete de ministros de primera línea, capaces de concertar y gestionar desde el primer momento, supliendo la debilitada credibilidad y soledad de la presidenta Boluarte. Mucho me temo que el señor Pedro Angulo, y los antecedentes que se vienen conociendo de él (la prensa da cuenta de más de una decena de denuncias que le habrían impedido acceder al cargo de fiscal supremo en su momento), serán precisamente contrarios a los requerimientos que amerita la crisis política, social y económica que enfrentamos.

Peor aún, si encontramos en el gabinete ministros provenientes de la era Ollanta-Nadine (pareja presidencial) y más grave aún, de las filas del partido recién creado por el vacado Vizcarra, por corrupción y sin dudas responsable directo de la agudización de la crisis política que vivimos sin hablar de las miles de muertes de peruanos ocurridas durante la pandemia por su nefasto manejo.

En este escenario, la Sra. Boluarte, solitaria sin partido político que la respalde, negada en habilidades comunicacionales, con credibilidad casi nula y sin un primer ministro y gabinete que pueda contrarrestar estas graves debilidades podríamos entonces estar pasando de la Era Boluarte a tan sólo la Hora Boluarte con un camino de única salida: su próxima renuncia. Por cierto, el adelanto de elecciones generales con ella en la presidencia (sin liderazgo ni credibilidad) pero que tendría que ser aprobada desde el Congreso con la dación de una ley explícita sólo agravaría más la crisis actual.

Será entonces necesario que todos (Ejecutivo, Congreso y ciudadanía) entendamos y busquemos una salida concertada acorde a lo que prevé nuestra Carta Magna: aceptada la renuncia de la señora Boluarte, le corresponderá al presidente del Congreso asumir la presidencia y convocar a elecciones en un plazo no mayor a seis meses. No obstante, serán necesarias algunas modificaciones en nuestra constitución (en legislaturas ordinarias y extraordinarias) que permitan revertir el daño ocasionado por el señor Vizcarra, como por ejemplo (reelección de congresistas, que permitan al propio ciudadano reelegir o castigar no reeligiendo a quien no correspondió a la confianza depositada en su elección); así como conformación de la cámara alta (senadores) que con serenidad produzca el verdadero equilibrio de poderes. La renovación de nuestros organismos electorales y de elecciones serían tareas igualmente urgentes y que signifiquen devolver capacidades y verdaderos derechos democráticos a todos los ciudadanos.

Es momento que todos los peruanos de espíritu probadamente democráticos (estoy excluyendo deliberadamente a los que “alientan” las marchas violentas que buscan caos y muertes), desde los más altos cargos: presidencia, congresistas, Defensoría, líderes políticos, ciudadanos de a pie con verdadera emoción social hagamos el verdadero consenso para revertir esta profunda crisis política, social y económica en la que estamos inmersos todos.

¿Es que acaso el Perú y nuestros hijos no se lo merecen?