Mónica Acosta
Líder de Marsh Advisory
Cada 5 de junio se celebra el Día del Medio Ambiente, en el cual se busca abogar por la labor ambiental y la gran necesidad de proteger nuestro planeta. El año pasado se demostró de manera contundente que la era del riesgo climático y ambiental acaba de comenzar.
Y es que, por primera vez en sus 15 años de trayectoria, el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial reveló que 4 de los 5 principales riesgos por probabilidad están relacionados con el clima y medio ambiente.
De igual manera, el reciente informe Diagnóstico de Resiliencia al Riesgo indicó que los riesgos climáticos están en primera línea de la agenda empresarial a nivel global, siendo los consumidores y los clientes los más impactados por los mismos.
Este año se da inicio al decenio liderado por la ONU respecto a la restauración de los ecosistemas 2021-2030, marcando así, de una manera clara la fecha límite para realizar todas las actividades posibles a fin de recuperar aquellos ecosistemas devastados o degradados, así como también el cuidado y resguardo de aquellos que aún permanecen intactos. En este contexto, Pakistán será el país anfitrión en abordar este gran reto.
El contexto de la pandemia ha traído diversos obstáculos para el logro de estos objetivos; no obstante, la falta de sentido de urgencia también ha sido un factor importante, pues nos impide dar un paso adelante para lograr ser parte de un futuro sostenible.
Esto también se visibiliza en las empresas, ya que, si bien las estrategias de sostenibilidad siguen creciendo a un ritmo exponencial, de acuerdo al último informe mencionado, aún existe una gran brecha entre la percepción de la gravedad del riesgo y la preparación para gestionarlo.
Ahora bien, la temática contemplada sobre restauración de ecosistema también nos plantea diversas formas de aportar, ya sea reforestando zonas desprotegidas o dañadas, reintroducir a especies a sus hábitats naturales, limpiar y proteger las costas, los mares, ríos, etc.
El restaurar los ecosistemas conlleva una tarea global a una escala gigantesca, lo cual trae consigo remediar miles de millones de hectáreas de tierra, logrando así que la población tenga acceso a alimentos, agua potable y empleos. Esto último, debido a que, según datos de la ONU, invertir en la restauración de un ecosistema pueden generar ganancias entre US$ 7 a US$30 para la sociedad, así como también genera empleos en zonas rurales.
En algunos países ya se está iniciando la inversión en esta restauración de los ecosistemas, uniéndolas a sus estrategias para la recuperación de la COVID-19, y sumándolas no sólo a la reactivación económica, sino también al proceso que nuestra población debe considerar para poder adaptarse al cambio climático que cada día se hace más necesario.
Este enfoque de gobierno, estructurado a través de regulaciones cada vez más exigentes, impulsará a que las empresas incorporen en sus estrategias el factor de sostenibilidad y específicamente los riesgos consecuenciales al cambio climático.
El fracaso en la acción contra el cambio climático puede convertirse en la próxima gran “pandemia” de nuestra sociedad. Es en ese sentido que, debemos repensar las prioridades de hoy en día y tener presente que, si nuestros ecosistemas están saludables, la salud del planeta y sus habitantes reflejarán ese estado, logrando así prevenir, detener y revertir la degradación del medio ambiente. El éxito de esto depende de la colaboración de todos nosotros.