Secuela. La situación en las regiones, de migrantes o nativos, va a generar conflictos y más reclamos. (Foto: GEC)
Secuela. La situación en las regiones, de migrantes o nativos, va a generar conflictos y más reclamos. (Foto: GEC)

Apenas la semana pasada se le pedía a la población una nueva cuota de sacrificio, y hablábamos de la extensión de la cuarentena hasta el 10 de mayo porque la curva de infectados y de fallecidos subía sin parar, porque las semanas más difíciles y la aparición del “pico” se habían trasladado a los primeros días de mayo, porque los hospitales ya colapsaban, y porque los peruanos no cumplían el aislamiento y seguían saliendo a las calles. Tanto así que los epidemiólogos pidieron que haya toque de queda tres días a la semana.

Pero ya esta semana –en la que se empieza a hablar, y a reconocer oficialmente, un subregistro de fallecidos y de contagiados- hablamos con entusiasmo y expectativa de la reapertura de restaurantes de todo tipo a nivel nacional desde el 4 de mayo, de “deliverys” a pie o sobre ruedas, de ir a recoger nuestra comida hasta la puerta del restaurante o cafetería, y hasta -quizá- de “flexibilizar” la cuarentena el Día de la Madre. Es más, esta semana se puede ver que hay más personas por la calle, más taxis y más gente ofreciendo sus servicios y productos a domicilio.

Igual en lo económico. La semana pasada el Gobierno -a través del presidente, del primer ministro y de la ministra de Economía- anunció -con decisión, pública y oficialmente- el pedido de facultades al Congreso para imponer un impuesto (unos decían que era para los que ganaban salarios mayores a cierta cantidad, y otros que era a la riqueza o patrimonio). Pero esta semana los mismos protagonistas nos dicen que no hay nada establecido, que no se ha discutido todavía el tema, y que ya se verá. Entonces, ¿para que pedían facultades?

En lo que al “mediano plazo” se refiere, el rompecabezas general no es el tema sanitario, quizá porque muchos asumen que las cuarentenas ampliadas y tanto sacrificio de algo van a servir, y creen realmente que la curva se va a aplanar, y que con protocolos y cuidados ya podemos liberarnos. La preocupación es cómo se va a reactivar la economía, qué sectores empezarán a trabajar, qué protocolos se van a seguir, qué empresas cumplirán con esos protocolos, y en qué orden esas empresas van a empezar a operar. No solo hay expectativa sobre esto, sino una gran necesidad, y en algunos casos, desesperación.

“La crisis económica generada por la crisis sanitaria va a originar una crisis social que podría ser muy preocupante. Y no solo porque mucha gente perdió o va a perder su empleo, o porque muchos van a ver reducidos sus ingresos dramáticamente”.


Por más orden que se pretenda y se vaya a establecer, lo más probable es que esa “reactivación” sea una etapa de problemas, complicaciones y cierto caos. Y esto porque el reinicio de lo formal va a traer aparejado el desembalse de lo informal. Los primeros se van a tratar de manejar por protocolos aprobados por la autoridad (que también funcionarán con “ensayo y error”); mientras los segundos van a salir a ganar espacios y tiempo sin otro protocolo que su “intuición” y su necesidad.

Y no estamos hablando de un proceso muy lejano. Si muchos ya están saliendo ahora, una gran parte de la población va a salir a buscar ganarse la vida apenas el Gobierno abra la más pequeña de las ventanas. Así es que guerra avisada… para evitar un rebrote y nuevos confinamientos

Pero una cosa que sí es muy delicada es lo que podría pasar en el “largo plazo”, es decir, a fines de mayo, junio o julio.

La crisis económica generada por la crisis sanitaria va a originar una crisis social que podría ser muy preocupante. Y no solo porque mucha gente perdió o va a perder su empleo, o porque muchos van a ver reducidos sus ingresos dramáticamente.

La pobreza va a crecer, así como la pobreza extrema, y el nivel de subempleo y desempleo va a ser muy alto durante todo este año. La situación en las regiones va a preocupar también. Los gobiernos regionales han demostrado una incapacidad muy grave en plena crisis, y lo más probable es que la inversión pública en regiones y municipios (y también en el Gobierno central) sufra un retroceso. Va a haber conflictos y más reclamos. Y es posible que hasta la violencia familiar aumente considerablemente.

El proceso de “reacomodo” a nuevas formas de vida, de comportamiento y de relacionamiento; la desconfianza que la pandemia va a generar para la relación y coexistencia entre personas y en los centros de trabajo; los cuidados que muchos va a tener con los trabajadores –y aún con sus propios familiares- que se desplazan diariamente de su casa al centro de labores en transporte público, van a generar, por un periodo de tiempo, trabas para la contratación o empleo de personas y/o servicios en empresas o en negocios, y hasta en las casas.

La calidad de la educación va a sufrir un duro retroceso. La educación a distancia –con pocas horas en el sector privado, y muy pocas horas y a un número muy reducido de estudiantes en el sector público- es una experiencia piloto muy loable en plena emergencia, pero no deja de ser un piloto con muchas carencias y poca cobertura.

La situación de los maestros, profesional y económicamente, también va a sufrir un revés, así como la capacitación y su evaluación.

Habrá una migración de estudiantes del sector privado al sector público, y también un alto porcentaje de deserción escolar o universitaria a nivel público, debido a que muchos hogares necesitarán de todos sus miembros para reforzar sus ingresos, de manera formal o informal.

Es también muy probable que –por la propia situación- la inseguridad, la delincuencia y el pandillaje crezcan a sus máximos niveles –mucho mayores a los que ya teníamos antes del 16 de marzo-, con el agravante de que luego de estos renovados periodos de cuarentenas tendremos a una policía cansada, disminuida por la enfermedad.

Preparémonos. Seamos consistentes y coherentes en el “corto plazo”. Seamos precavidos, pero incorporemos todas las variables en el “mediano plazo”; y preparémonos y actuemos para enfrentar los retos de un preocupante “largo plazo”.

TAGS RELACIONADOS