Decano de ESAN Graduate School of Business
A raíz de la implementación del teletrabajo por parte de muchas empresas y de la enseñanza a distancia realizada por instituciones educativas de todos los niveles, se han reportado diversos problemas vinculados a la velocidad de red, a las constantes caídas en la conexión, la calidad de la señal, entre otras.
Esta problemática obedece a que las operadoras en el Perú solían atender a un 60 % o hasta un 80 % de su capacidad. Sin embargo, el tráfico de data creció entre 30 % y 60 %, por lo que ahora tienen dificultades para atender estos picos. También, debemos agregar que la red nacional dorsal de fibra óptica solo se emplea al 17 % de su capacidad, porque se construyó sin pensar en un modelo de negocio competitivo que la aprovechase mejor.
Otro dato a tener en consideración es que si bien la penetración de internet a nivel nacional subió un 6 % entre el 2018 y 2019 de acuerdo a cifras del INEI, hay regiones en las cuales el acceso a este servicio es mínimo. Mientras que Lima cuenta con el mejor panorama al alcanzar el 52.9 % de hogares con acceso a internet, tenemos a una región como Huancavelica donde apenas el 2.6 % de hogares que cuentan con dicho servicio. Asimismo, si hacemos una división por áreas de residencia, tenemos que Lima Metropolitana cuenta con un 61.8 % de hogares con internet, superando por mucho los 35,7 % del resto de zonas urbanas y el 3.7 % de las áreas rurales.
Medidas urgentes
El reto de expandir la conectividad hacia las zonas más alejadas del país y desarrollar la banda ancha no es nuevo para el Gobierno. Se sabe que un incremento de la inversión en infraestructura de telecomunicaciones incrementará el PBI y esto permitirá hacer frente a la creciente demanda de datos.
Pero la pandemia del COVID-19 agudizó nuestra problemática. De cara a la “nueva normalidad” es fundamental que se tengan las condiciones mínimas para el teletrabajo, el aprendizaje remoto y el entretenimiento por servicios de streaming. Por ello, brindo algunas consideraciones a tener en cuenta:
- Definir una estrategia prioritaria de conectividad y servicio universal. El gobierno debe aprovechar esta crisis para definir una estrategia de banda ancha con metas concretas, pensando en el corto plazo y largo plazo, y contemplando lo que se necesita para el 5G y el establecimiento de ciudades inteligentes. Para ello se deben tener en cuenta las reformas legales y regulatorias que se requieran, el acceso universal, el apoyo al sector privado para construir infraestructura y políticas de estímulo a la demanda y la adopción de tecnología.
- Las redes deben ser construidas para picos, no para promedios. El objetivo es tener capacidad disponible en todo momento y evitar los cuellos de botella. Uno de los proyectos que debe continuar es el desarrollo de la red dorsal nacional de fibra óptica, cuyo despliegue debe estar acompañado de modelos de negocios apropiados.
- Promover un ecosistema digital colaborativo. Se debe tener un entorno de cooperación entre proveedores, operadores, gobierno, desarrolladores de apps y contenido, vendedores, etc. El propósito es contar con una infraestructura nacional de banda ancha que beneficie a todos. Un ejemplo a seguir es Corea del Sur, donde el gobierno promovió un espíritu de colaboración entre las principales operadoras, que permitió a estas a trabajar en modelos de desarrollo compartido de infraestructura. Esto permite lograr una mayor cobertura y menores costos en menor tiempo.
- Estimular la demanda de Internet a nivel nacional. Además de lograr una mayor conectividad a través de infraestructura, es necesario desarrollar una estrategia de alfabetización digital, que permita el dominio de herramientas y conocimientos digitales en la población. Para ello es pertinente contar con programas y planes particulares para cada región, considerando sus necesidades y su nivel de adopción de la tecnología. También se requiere promover paquetes que sean accesibles y con calidad de servicio.