Analista Senior de Estrategia de Inversión - Clientes en Sura
Escenarios como los que hoy en día enfrentamos han demostrado que es muy importante tener un portafolio de inversión con una adecuada asignación de activos. ¿Pero cómo construirlo?
En primer lugar, un inversionista debe tener muy claro el objetivo de inversión y definir el horizonte en el que quiere alcanzarlo, ya que es la base de la estrategia de inversión . Por ejemplo, si nuestro objetivo de inversión tolera una mayor volatilidad en el mercado y, además, no necesitamos liquidez en un corto plazo, nuestro portafolio podrá incorporar activos de mayor riesgo como acciones o commodities, con la expectativa de obtener retornos esperados superiores. En cambio, si necesitamos liquidez o un fondo de emergencia para afrontar eventos inesperados, se preferirá la inversión en activos más seguros como fondos mutuos de corto plazo.
En segundo lugar, debemos definir nuestra tolerancia al riesgo, es decir, cuánta volatilidad podemos soportar o tolerar sin dejar de lado nuestro objetivo. Esto involucra apegarse a la estrategia de inversión inicial, sin dejarse llevar por los sesgos emocionales del momento. Hay que recordar que mientras mayor retorno se espera, uno debe estar dispuesto a asumir mayor riesgo.
Los principales riesgos al que un inversionista puede estar expuesto durante el ciclo de vida de una inversión son: el riesgo de mercado, que involucra cambios bruscos en los precios de los activos; el riesgo de concentración, que ocurre cuando el inversionista pone gran parte de su capital en una cantidad pequeña de activos; y el riesgo de crédito, que es la posibilidad de que una de las contrapartes incumpla con sus obligaciones. La clave en esta etapa es escoger los activos adecuados para alcanzar el objetivo de inversión, dentro de los límites de la volatilidad que el inversionista pueda soportar.
El tercer punto es la selección de activos, donde alguien con poca experiencia iniciará con estrategias generales como invertir en acciones o bonos, mientras que otro más experto tenderá a invertir de manera más sofisticada, escogiendo diferentes productos dentro de cada categoría y minimizando los costos (impuestos y comisiones) en los que se incurrirá, ya que ello podría afectar la rentabilidad del portafolio.
El último paso consiste en el monitoreo, que suele realizarse frecuentemente durante todo el proceso de inversión ya sea con periodicidad mensual, trimestral u otra. La estrategia de inversión necesitará algún ajuste, cuando: 1) El objetivo de inversión del cliente cambia, 2) El portafolio incorpora riesgos no tolerados por el inversionista o 3) Hay un cambio en la perspectiva de los activos que componen el portafolio.
En ese sentido, ¿cuándo es necesario un rebalanceo o cambiar los pesos de los activos en un portafolio? A modo de ejemplo, un portafolio que está compuesto por 60% de venta variable y 40% de renta fija, con el tiempo, podría cambiar a uno de 75% de renta variable y 25% de renta fija, debido a que los activos de mayor rentabilidad, como las acciones, suelen ganar una mayor proporción del portafolio, lo que ante un movimiento brusco en el mercado podría generar pérdidas no toleradas por el inversionista, y es cuando se realiza el rebalanceo cambiando los pesos del portafolio a los fijados inicialmente. Esto ayudará a que, en escenarios de alta volatilidad, una cartera balanceada pueda obtener menores pérdidas que una no balanceada.
Si bien parece sencillo construir un portafolio de inversión, ajustarlo al perfil y horizonte del inversionista y a las perspectivas del mercado no es una tarea fácil, por lo que en algunos casos se requiere de profesionales expertos en el tema.
Finalmente, no debemos olvidar que la diversificación juega un rol importante en todo portafolio, por lo que debemos evitar poner todos los huevos en una misma canasta.