Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) constituyen un gran motor de crecimiento para la economía mundial, simplemente porque la interacción entre los agentes se basa cada vez más en ellas, concretamente en internet.

Un informe elaborado por BBVA Research analiza el uso de las TIC durante los últimos veinte años, poniendo de manifiesto que la adopción de internet en los diferentes países del mundo se ha producido de forma heterogénea y a distintas velocidades.

Según los datos de uso de internet de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el 43% de la población mundial tiene acceso y usa internet. Sin embargo, esta penetración no se distribuye de forma uniforme entre los 160 países analizados. Mientras países como Noruega y Finlandia mantienen desde principios del siglo XXI cotas notablemente elevadas (y en la actualidad cercanas al 100% de la población), otros países como Sierra Leona, Tanzania y Guinea mantienen tasas de uso de internet cercanas a cero.

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Si se analizan los países, excluyendo los que van muy bien y aquellos otros que van muy mal, se aprecia que la brecha de uso de internet comienza a cerrarse a partir de 2006. Esto se debe a la combinación de un proceso de saturación en las sociedades avanzadas (por ejemplo, Alemania y Corea del Sur) y a un gran margen de mejora en aquellos países más atrasados (por ejemplo, México, Perú y Colombia). Sin embargo, cuando se tiene en cuenta países situados en la zona media de la distribución, observamos un escenario distinto, donde la brecha entre países aumenta hasta 2009 y se mantiene constante hasta la actualidad. Este resultado sugiere que también se está produciendo un fenómeno complementario de dualidad global en el uso de internet.

Como ejemplo para el análisis se pueden tomar dos grupos de países, en función del nivel de desarrollo digital que experimentan en 2014: las potencias digitales (Suecia, Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Alemania y España) y los países emergentes (Chile, Colombia, Perú, Brasil, México, India, China, Turquía, Sudáfrica y Nigeria).

El primer resultado interesante es que parece que en los últimos 20 años el uso de internet ha dejado de ser una condición suficiente para el desarrollo económico (un país con un elevado uso de internet implicaba un elevado PIB per cápita), para pasar a ser un requisito necesario, que no asegura ese desarrollo (hay países con un nivel de PIB per cápita medio y con una tasa de uso de internet muy similar a economías desarrolladas, por ejemplo, Chile y España).

En 1994 todos los países citados, salvo EE.UU. y Suecia, tenían porcentajes de uso de internet por debajo del 2%. En 2004 se aprecia más nítidamente la polarización de estos dos grupos. En las potencias digitales se observa una diferencia importante entre Suecia, que presenta un porcentaje cercano al 84%, y España, con una tasa ligeramente superior al 44%. En los países emergentes también existen diferencias, pero de menor cuantía. En cabeza está Chile con cifras cercanas al 28%, frente a Nigeria e India, con porcentajes cercanos al 2%.

En 2014 se observa un proceso de concentración en las potencias digitales (cercanas al punto de saturación): Suecia y Reino Unido tienen porcentajes cercanos al 93%, mientras que España supera el 76%. Por otro lado, se aprecia una ampliación de la dispersión en el grupo de emergentes, donde se hace más evidente la heterogeneidad entre países, generando una dualidad, con Chile que tiene un porcentaje muy cercano al de España (72%) frente a la India, que no supera el 20%.

A pesar de los avances en el análisis de los datos relacionados con las TIC, todavía parece que no se han podido estimar de forma adecuada las repercusiones económicas de este fenómeno, dada la complejidad en la relación que hay entre ellas y el desarrollo económico. Mejoras en el entorno político, regulatorio y empresarial, así como en la preparación de los países en términos de infraestructura tecnológica, contenidos digitales, precios y formación de la población, son claves para avanzar en el proceso que abra las puertas a la "Era Digital".

Por Alfonso Arellano y Noelia CámaraBBVA Research