La inversión privada crecería 0% en el 2022. Ya lo dijo el BCR. Ya estamos advertidos. Si tenemos que ponerle una imagen a nuestro futuro esta sería la de un freno de manos. Nada más gráfico, nada más real.
Hoy ya nadie puede discutir la importancia que tiene la inversión privada para reactivar las economías y mejorar la calidad de vida de un país. Crea empleos, paga impuestos, resuelve las necesidades primarias existentes y brinda estabilidad. La sostenibilidad y salud del Perú depende, en gran medida, de la inversión privada.
Su proyección de nulo crecimiento que se corrigió a la baja (de 2.5% a 0%) hace unos días se explica en una sola palabra: “incertidumbre”; y esto se debe a la falta de confianza que genera el actual Gobierno en los inversionistas privados.
Los peruanos volvemos a estar ansiosos para averiguar el tipo de cambio. Hasta que este no se estabilice, las empresas no invertirán y los consumidores seguirán percibiendo el alza en los alimentos. Ya lo dijo el presidente del Banco Central de Reserva: el tipo de cambio podría mejorar si el Gobierno brindase “mayores señales de confianza”.
Lamentablemente, el empleo que viene creciendo estos meses es el informal, el cual no cuenta con beneficios sociales para sus empleados, no paga impuestos ni sigue las reglas de juego que un país responsable demanda.
La rebaja de calificación de riesgo del Perú -de A3 a Baa1 - realizada por la agencia Moody’s prende las alarmas sobre el inicio de una perspectiva económica con un impacto muy negativo en nuestro futuro y, desde luego, también responde a la falta de confianza.
Esta cifra tan impactante de “0% de crecimiento en inversión privada en el 2022” es una realidad que, aunque nos duela, refleja un futuro preocupante y desesperanzador que países como Ecuador vienen aprovechando muy bien, promocionando encuentros para captar a los inversionistas que desean invertir en la región y que ya no ven al Perú de la misma forma.
El Gobierno debe actuar de manera urgente. Ya no tenemos tiempo para tibiezas. La falta de liderazgo y posición firme frente a temas cruciales le está pasando la factura a nuestro futuro. El presidente de la República debe deslindar con las personas cercanas al poder que tienen vínculos con el terrorismo y pensamientos extremos. Este pedido no viene solo de la empresa privada y la sociedad civil. El arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren, hace unos días en su homilía le solicitó al Gobierno cambios inmediatos en su gabinete, ya que el terrorismo “se pasea impune por Palacio de Gobierno”.
No se puede tapar el sol con un dedo. No se puede dejar que la incertidumbre siga gobernando y definiendo el rumbo de nuestro Perú. Como empresarios, tenemos una gran responsabilidad de poner la voz de alarma y de hablar con la verdad.
Ayudemos a quitar el freno de mano. Ayudemos a empujar el carro y definir el rumbo. Avancemos juntos hacia un futuro mejor. El Perú lo vale, pero, sobre todo, lo necesita.