Presidente del Directorio de Buenaventura
En setiembre de este año se realizará en Arequipa Prumin 35, uno de los foros de la industria minera más importantes a nivel mundial. La ocasión es propicia para hablar de la problemática y las posibilidades de la minería peruana.
Sin lugar a dudas, la conflictividad social es uno de los principales obstáculos en el desarrollo de la actividad minera. Más allá del protagonismo de algunos actores interesados en construir sus propias agendas, en el fondo los conflictos son la punta del iceberg de demandas históricas que aquejan a nuestro país, como la falta de oportunidades para miles de compatriotas sin acceso al agua, educación, salud y vías de comunicación.
Hoy, los conflictos no solo aquejan a los proyectos mineros, sino también a importantes operaciones como Las Bambas y Cuajone, y tienen un impacto dramático para el país.
De acuerdo al Banco Central de Reserva, más de 68,000 toneladas métricas de cobre se dejaron de producir en el 2021 producto de los bloqueos en el corredor minero del sur. Más de US$ 400 millones en exportaciones de cobre se han perdido por la paralización de Las Bambas, advierte la SNMPE. El Estado ha dejado de percibir unos S/ 220 millones en rentas. Y miles de familias que dependen de esta actividad corren el riesgo de perder sus ingresos. Así, la industria minero-energética creció apenas 0.6% en el primer tramo del año.
Con un tratamiento preventivo e integral de los conflictos, liderado siempre por el Estado, pero en el que también podamos participar las empresas, se podría aprovechar el potencial geológico que tiene nuestro país en un contexto en el que el precio internacional de metales como el cobre, por ejemplo, alcanza niveles históricos.
Si hablamos solo del cobre, las ventajas comparativas de nuestro país son enormes. Chile produce entre 5 y 6 millones de toneladas de cobre al año. El Perú produce 2 millones de toneladas. Sin embargo, tenemos más proyectos cupríferos que Chile, pero hay que sacarlos adelante. Chile y Perú producen más del 40% del cobre mundial. ¿Por qué no ser aliados para promover un polo de producción de cobre, un mineral esencial para nuestra civilización?
En conjunto, la cartera de proyectos mineros en el Perú asciende a más de US$ 50,000 millones, entre los que se encuentran Quellaveco, Mina Justa, Ampliación de Toromocho y San Gabriel de Compañía de Minas Buenaventura, proyecto que ha recibido los permisos correspondientes para iniciar la etapa de construcción.
De materializarse estos proyectos se elevaría en 20% la producción cuprífera del país y ciertamente la producción de oro, plata y demás metales. Pero más allá del impacto en la producción de metales, los proyectos mineros generarían más trabajo, lo que hoy debe ser un objetivo nacional.
Cada nuevo empleo que se genera en el sector minero crea otros 9 empleos indirectos por actividades conexas a la minería formal, según el Instituto Peruano de Economía. Si ponemos en marcha el potencial de proyectos mineros que tiene nuestro país, se podrían crear hasta 2 millones 300 mil nuevos puestos de trabajo. Un jefe de familia con empleo de calidad puede darle a sus hijos educación, salud y alimentación, es decir, una mejor calidad de vida.
Es necesario aprovechar el potencial minero del Perú dándole las condiciones que le permitan ser más competitivo y atractivo para los inversionistas. La solución está en el diálogo abierto y transparente y en el trabajo conjunto entre todos los peruanos.