Profesor de Lidera UP
El error es uno de los miedos que más afecta a profesionales, directivos y organizaciones en general. Para muchos, el error es una idea aterradora, un tabú, una deshonra personal, un temido depreciador del que muchos rehúyen y, cuando no pueden, lo ocultan.
Muchas tragedias en empresas y en el Estado que he observado fue precisamente por la chispa inicial en alguien que se dejó invadir por el miedo a equivocarse. En el simulador de habilidades directivas, que trabajo con mis alumnos de postgrado, observamos como un pequeño error mal manejado emocionalmente termina cambiando los escenarios simulados y sus resultados.
En estas épocas de alta volatilidad es importante entender que nadie se adapta a la primera: Para adaptarse y ser competitivo está garantizado que se cometerán errores, algo a lo que muchos directivos se resisten. Querer innovación y agilidad sin equivocarse es tan absurdo como querer adelgazar sin dejar de comer.
Precisamente, parte de mi trabajo con directivos implica desaprender del error, porque es un miedo contagioso para los miembros del equipo, invita a esa tormenta que es la indecisión, a ese limbo que es la inacción y a esa pesadilla que es la pérdida de competitividad o capacidad de respuesta al entorno.
Algunos aspectos que han ayudado a directivos a desaprender del error son:
Ten la tranquilidad de que no tienes el control de todo. El directivo termina comprendiendo que su rango de control es limitado y, por lo tanto, tienen que pasar a la influencia, lo que implica aprender a escuchar y apostar por otros. Definitivamente esto va a llevar a errores, donde no te cuestionarán por las razones, sino cómo lo resolverás.
Como todo plan A falla, maneja un plan B. Muy rara vez he visto planes o proyectos que se ejecuten idénticamente de la forma en que se diseñaron. En vez de gastar recursos armando un Plan A tan perfecto como inejecutable, desarrolla un plan B contingente que permita también alcanzar el objetivo.
Recuerda que la pérdida de oportunidad es uno de los errores más frecuentes. Es mejor una decisión imperfecta que se toma a tiempo antes que una decisión sin errores que se toma cuando ya se cerró la ventana de oportunidad. Puedes remediar un error con cierto esfuerzo, pero es imposible que hagas algo si te quedaste fuera del juego.
Confía en tu intuición. Si eres directivo con algunos años de experiencia, es probable que al tomar una decisión inicialmente tu intuición dice una cosa y se ratifica tras un detallado análisis. Si es que 9 de cada 10 veces esto ocurre, quizás es momento de confiar en tu intuición, especialmente cuando no tienes mucho tiempo.
Socializa los errores con tu equipo. Lo más probable es que tu equipo sienta el mismo miedo al error que uno mismo, y justamente el error se enfrenta trabajando en equipo. Es importante que compartas los errores, enlaces las mejoras y los logros alcanzados con el error que permitió descubrirlo. El equipo debe comprender que el error dejará de repetirse si se investiga y gestiona colectivamente, sin miedo.
Ayuda a tus Stakeholders a evaluar un error sistémicamente. Si bien nuestra cultura suele pedir culpables a quién castigar, en la mayoría de las veces el error es un síntoma de un problema más complejo, cuya solución depende del involucramiento de varias partes de la organización. Por ello, modelar el error como lo que verdaderamente es, deja de lado esa cacería de culpables y libera emocionalmente a los directivos a trabajar conjuntamente en las soluciones.
Controlar el miedo al error bajo estas formas ayudarán definitivamente a alcanzar mejores resultados en una organización. Esto se reflejará en más errores, pero con aprendizajes inmediatos que garantizarán que se cometan una sola vez. Como indica James Joyce, los errores de una persona son sus portales de descubrimiento.