Adamo y Maynardo
Nuestros economistas se encuentran tras dar sus clases en la Universidad Continental y conversan sobre si contar con abundancia de recursos naturales facilita el crecimiento de un país o si más bien lo entorpece. Aquí el diálogo entre Maynardo (M), para quien la abundancia de recursos naturales es un factor que contribuye al crecimiento económico, y Adamo (A), quien más bien considera que tal abundancia de recursos resulta siendo, en muchos casos, más una maldición antes que una bendición.
Maynardo: ¡Hola Adamo! Hace poco estaba reflexionando acerca de cómo es posible que el Perú, que tiene tal abundancia de recursos –como los minerales, el gas natural, los bosques, los recursos hidrobiológicos, entre otros– no haya sido capaz de aprovecharlos de mejor manera para lograr un crecimiento económico más alto y sostenido.
Adamo: Mi querido Maynardo, debe ser que el Perú ha caído en lo que algunos economistas llaman la “maldición de los recursos naturales”.
M: Mmm….¿te refieres a estos trabajos de Jeffrey Sachs y Andrew Warner en los que demostraban que existía una relación inversa entre la tasa de crecimiento del Producto Bruto Interno y la dependencia que tiene éste de la producción de recursos naturales? Para Sachs & Warner, a mayor dependencia del ingreso respecto a los recursos naturales, menor sería la dinámica del crecimiento económico. Y ponían como ejemplo a Bostwana y su producción de diamantes.
A: En efecto. A partir de esa evidencia, muchos otros trabajos han revisado esta hipótesis con resultados – en general – similares.
M: Yo, la verdad, es que no creo que exista una relación única y menos aún causal entre abundancia de recursos naturales y baja tasa de crecimiento. Aquí hay un problema que los econometristas llaman de “variables omitidas”: para que los recursos naturales sean una palanca para el crecimiento se requiere de políticas públicas apropiadas. Lo que sucede es que muchos de los países en desarrollo que han gozado de abundancia de recursos naturales son justamente aquellos que han tenido políticas públicas contraproducentes.
A: Explícate.
M: ¿Por qué países como Japón, Taiwán o Hong Kong, que carecen de recursos naturales, lograron tasas de crecimiento tan altas? Porque sus gobiernos se encargaron de mantener políticas públicas correctas e instituciones inclusivas – en el sentido desarrollado por Acemoglu & Robinson– que contribuyeron a desarrollar sus economías. Y esto incluyó incentivos para desarrollar al sector manufacturero. A su vez, este gran desarrollo manufacturero les permitió alcanzar estándares y calidad de vida para sus ciudadanos mucho mayores que los de la mayor parte de América Latina, Medio Oriente y África. Estas regiones, que son ricas en recursos naturales, no tuvieron ese marco de políticas públicas que les permitiera potenciar toda esa riqueza en favor de sus ciudadanos.
A: Creo que en esto estamos de acuerdo. Considero que no existe nada intrínseco en contar con abundancia de recursos que condicione negativamente nuestra capacidad de crecimiento económico. Lo que sí existe es una correlación que no implica una relación de causalidad. Y la correlación es más bien entre la abundancia de recursos naturales y las prácticas rentistas y la corrupción imperante muchos de los países ricos en recursos naturales. Muchas veces, quienes ostentan o están más cerca del poder político en estos países, introducen políticas subóptimas para beneficio propio y de unos pocos, en vez de generar crecimiento económico que beneficie a las grandes mayorías. Sobre esto hay una extensa literatura académica.
M: Exacto. Por eso no creo en eso de la “maldición”. El problema se debe analizar desde las políticas públicas, las instituciones y la corrupción.
A: En el año 2014, Mario Tello publicó un estudio interesante sobre el impacto de los recursos naturales sobre el crecimiento regional en el Perú y determinó que la incidencia del coeficiente del valor real del capital natural por persona sobre el crecimiento fue positiva y estadísticamente significativa en por lo menos 16 de las 24 regiones analizadas. Por otro lado, de las cinco regiones con predominancia minera (Áncash, Cajamarca, Cusco, Madre de Dios y Pasco), el indicador de recursos naturales por persona incidió positivamente sobre su crecimiento entre el 63% y el 100% de las estimaciones realizadas.
M: Lo que Tello concluye es que la maldición de los recursos naturales no radica en sus efectos negativos en el crecimiento, pero sí en sus efectos perversos sobre el desarrollo regional por la ausencia de impactos positivos sobre el empleo no primario. Un efecto negativo de la explotación de los recursos naturales es que concentra la oferta exportable regional en pocos productos, retardando así la diversificación productiva. Lo cual nos lleva nuevamente a la necesidad de contar con políticas públicas que fomenten la diversificación productiva y la industrialización.
A: Ayyy Maynardo, tú siempre creyendo en las políticas de industrialización impuestas por los gobiernos a la fuerza. Como la famosa política de industrialización vía sustitución de importaciones promovida por la CEPAL y que llegó a su límite y fracasó en el Perú en los años setenta.
M: Pero que en otros países fue exitosa. De nuevo, creo que si fracasó aquí fue por políticas públicas mal ejecutadas, instituciones débiles y –por qué no decirlo– también por la corrupción reinante en las más altas esferas del poder. Mira el ejemplo de Noruega, que era considerado como uno de los países más pobres de Europa, pero que, gracias al fuerte crecimiento impulsado por la acertada administración de los recursos provenientes de la explotación del petróleo, se convirtió en uno de los más ricos del viejo continente. En el Perú nos ha faltado industrializar nuestros recursos naturales para dejar de ser exportadores de materias primas. ¡Es indispensable que exportemos productos con mayor valor agregado!
A: Me parece que no hay que confundir “sectores de alto valor agregado” con “sectores de alta tecnología”. Las industrias con alto valor agregado por trabajador son aquellos sectores con muy altos ratios de Capital/Trabajo. En general, las actividades extractivas que son intensivas en capital tienen un alto valor agregado. Por ejemplo, es ampliamente conocido que la explotación del petróleo crudo tiene un alto valor agregado; es decir, el margen en el upstream es muy alto, mucho más alto que en refinación de petróleo.
M: ¿Me estás diciendo que existe más valor agregado en la extracción de minerales, petróleo o gas natural que en su industrialización?
A: Exacto. Por eso, desde hace tiempo sostengo que muchos de los políticos y opinólogos creen ingenuamente en el “fetiche por la industrialización”, cuando muy probablemente el mayor valor agregado esté en las propias industrias extractivas. Si industrializar fuera equivalente a obtener alto valor agregado, hace muchos años ya existiría un sector petroquímico en el Perú… y hasta hoy no existe una sola planta, a pesar de contar con abundancia de gas natural. ¿Te has preguntado por qué?
M: Quizá porque no hay adecuadas políticas de fomento a la industrialización del gas natural y nos contentamos con usarlo en generación eléctrica o para el uso residencial e industrial como combustible o, peor aún, para exportarlo.
A: La razón de fondo es que los “economics” de la industria petroquímica no son favorables para acometer una inversión cuantiosa como la que se necesita para industrializar el gas natural y – como tú dices – convertirlo en amoníaco y fertilizantes, en vez que quemarlo o exportarlo. Es decir, el margen de ganancia que generaría la petroquímica para los inversionistas en el Perú no es suficiente para compensar el riesgo de tener un mercado interno pequeño y estar geográficamente alejado de los grandes mercados internacionales. En cambio, el margen de ganancia de la explotación del upstream del gas natural es un buen negocio. ¿Dónde crees mi estimado Maynardo que está el mayor valor agregado?
M: Estoy seguro de que los “economics” de ese proyecto petroquímico aparecerían si el Estado brindara los adecuados incentivos –incluyendo incentivos tributarios– para su desarrollo.
A: ¡Más intervención y menos mercado! Parece que no nos entendemos…