La vuelta a las clases en Francia a partir del próximo 2 de septiembre se hará con mascarilla obligatoria en los espacios cerrados pero sin la imposición del certificado sanitario que tanto se ha generalizado en el país, ni para los alumnos, ni para los profesores ni para los padres.
En una entrevista publicada este domingo por Le Journal du Dimanche, el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer explica que no se requerirá el certificado -que atesta haberse vacunado, haber superado la covid o tener un test negativo de menos de 72 horas- porque “la escuela debe mantenerse accesible a todos”.
De hecho, el curso se iniciará con todos los alumnos en clase y con una campaña de vacunación en todos los centros escolares que permitirá que puedan inmunizarse todos los mayores de 12 años que así lo quieran.
Por ahora ya son más del 55% del grupo de los que tienen entre 12 y 17 años los que han recibido al menos una dosis, un porcentaje “alentador” para el ministro, que recuerda que se partía de cero al finalizar el curso pasado.
A diferencia de lo decidido en Italia, en Francia no se exigirá la vacunación de los profesores, un colectivo que en su “inmensa mayoría” -subraya- está inmunizado o en proceso de estarlo.
Lo que se ha previsto es que, bien equipos móviles de sanitarios se desplacen a las escuelas para vacunar allí o bien que los centros organicen desplazamientos a centros de vacunación para los estudiantes voluntarios.
-Los alumnos vacunados no tendrán que aislarse-
En caso de contaminación en clase, se aplicará la misma regla que para la población genera. Eso significa que los casos contacto de un alumno infectado tendrán que aislarse durante siete días y seguir las clases a distancia salvo que estén vacunados, ya que entonces podrán seguir acudiendo a clase.
En primaria, como los alumnos no tienen todavía edad para vacunarse, cuando uno de ellos se contamine se cerrará toda la clase durante siete días.
Los alumnos mayores de 12 años que no estén vacunados podrán participar en salidas escolares e incluso ir a piscinas y bibliotecas -donde ahora se necesita el certificado sanitario- a condición de que esos equipamientos estén reservados para los escolares.
Sin embargo, en actividades en las que estén mezclados con otra población, como visitas de museos, habrán de tener el certificado sanitario cuando se requiera.
-Generalizar los captadores CO2-
Blanquer afirma que quiere generalizar la instalación de captadores de dióxido de carbono (CO2) para medir la necesidad de airear las clases, y que su departamento ayudará a los ayuntamientos -las administraciones responsables de las instalaciones escolares- que tengan problemas para hacer esa inversión rápidamente.
El protocolo decidido para el comienzo del curso escolar -en el que se han prohibido los deportes de contacto para evitar contagios- se aplicará inicialmente en toda la Francia metropolitana, aunque podrá haber adaptaciones locales si los indicadores epidémicos empeoraran en algunos lugares.
Para las Antillas francesas (Guadalupe y Martinica), donde la epidemia se ha disparado, la semana próxima se decidirá si la vuelta a las clases se lleva a cabo con aforos limitados al 50% en los liceos y en los últimos cursos de secundaria.
En la Polinesia francesa, donde la tasa de incidencia también es más que inquietante y alcanza los 2.800 casos por cada 100.000 habitantes en 7 días, las clases presenciales -el curso ya había comenzado- se van a suspender a partir del próximo lunes.