Enviados climáticos de casi 200 países se reúnen en Madrid desde el lunes para sostener dos semanas de conversaciones organizadas por las Naciones Unidas. La ambición en la Cumbre del Clima (COP25) es sentar las bases del Acuerdo de París firmado hace cuatro años y en el que los Gobiernos se comprometieron a limitar la contaminación por combustibles fósiles, al reactivar un rincón del mercado a través de créditos de contaminación de carbono.
Si esto no parece proporcional a la crisis climática en curso, es porque no lo es.
Manifestantes se han tomado las calles una y otra vez este año pidiendo medidas inmediatas para reducir los combustibles fósiles y hubo miles de arrestos en más de una docena de ciudades solo en octubre. Greta Thunberg, activista de 16 años, sermoneó a líderes mundiales por su inacción en la cumbre climática anterior de la ONU. Las políticas de las masas y las políticas de los diplomáticos rara vez han sido tan dispares como en estas conversaciones sobre el clima en Madrid.
“Hay una desconexión entre lo que la gente está pidiendo y lo que estamos viendo”, dijo Gilles Dufranse, oficial de políticas de Carbon Market Watch, grupo de investigación con sede en Bruselas que asesora a empresas sobre cómo valorar las emisiones de gases de efecto invernadero. “Las reuniones multilaterales son muy difíciles, pero es la única solución que tenemos”.
Además, miles de millones de dólares estarían en juego, razón por la cual miles de empresas y cientos de instituciones financieras estarán observando la COP25 de cerca. Lejos de los titulares y las grandes promesas buscadas por los grupos ambientalistas, los delegados están construyendo silenciosamente un marco legal para apoyar un muro de dinero que guiará al mundo hacia una dirección más verde.
Los hallazgos científicos de este año han dado un sentido de urgencia al proceso. Las emisiones de carbono y las temperaturas han batido récords, que los científicos han relacionado con la mayor frecuencia de tormentas violentas e incendios forestales en todas partes, desde Suecia hasta Japón y California. La temperatura mundial aumenta desde la revolución industrial y sobrepasará el objetivo de la ONU de 1.5 grados centígrados, según una investigación de Climate Action Tracker, un grupo de tres consultores que examinan el tema. Si bien pocos notarían este calentamiento en un solo día, cuando se aplica al mundo en su conjunto, marcaría el cambio más rápido en el clima desde el final de la última era glacial hace unos 10,000 años.
Alejar al mundo de los combustibles fósiles requerirá enormes cantidades de dinero. Se necesita invertir al menos US$71 billones en energía durante los próximos 20 años para alcanzar el nirvana, donde el calentamiento global se mantiene bajo control y la ONU cumple con sus objetivos de desarrollo sostenible, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Eso es aproximadamente una quinta parte más de los US$59 billones que la AIE contempla se gastarán en un escenario normal.
Recaudar esta cantidad de efectivo requiere un trabajo lento y cuidadoso. Al igual que el control de armas o las negociaciones comerciales, las conversaciones sobre el clima generan tratados emblemáticos solo después de años de preparación, tras tiempo invertido en detalles que sustentan los amplios acuerdos ya establecidos. El mercado del carbono es uno de los mecanismos más complicados en los que los enviados han trabajado, ya que afecta a muchas partes de la economía.
El objetivo es establecer un sistema que cree créditos por el trabajo realizado para reducir las emisiones. Esto incluiría la instalación de parques eólicos, la protección de bosques o el aislamiento de edificios para que consuman menos energía. Los países que generan más ahorros que su objetivo podrían vender esos créditos a otros que tienen dificultades para alcanzar su objetivo.
En teoría, eso canalizará dinero a proyectos donde los mayores ahorros se pueden hacer de manera más barata. La dificultad radica en definir qué tipos de trabajo cuentan, cómo medir esos ahorros y qué garantizaría que los países no reciban crédito tanto por crear ahorros como por generar crédito. Este año, los enviados hablarán sobre cómo agregar Objetivos de desarrollo sostenible de la ONU al mecanismo de mercado, agregando temas como la pobreza y la protección del agua a la lista de cosas que podrían generar un crédito.
El largo camino a Madrid
La reunión en Madrid forma parte de una serie de discusiones que se remontan a tres décadas. Reunirá a ministros de Energía y Medio Ambiente de los 197 países que firmaron la Convención Marco sobre el Cambio Climático en 1992. Asistirán alrededor de 20.000 personas, entre ellas prensa, grupos de presión e instituciones multinacionales que van desde la OPEP hasta el Banco Mundial.
El tratado de 1992 sostenía que el calentamiento global era real, que las naciones industrializadas ricas lo causaron y, por lo tanto, debían ayudar a países en desarrollo para apoyar soluciones más ecológicas. Si bien cada una de esas ideas es controvertida ahora en Washington, EE.UU. ratificó el tratado bajo la presidencia republicana de George H.W. Bush. El presidente Donald Trump ha prometido retirarse del Acuerdo de París, pero no la convención que hizo posible el tratado de 1992.
La convención condujo al Protocolo de Kioto de 1997, que fue un hito porque obligó a recortar las emisiones en 37 países industrializados más la Unión Europea. Ese grupo prometió reducir la contaminación por combustibles fósiles en 5% con respecto a los niveles de 1990 para 2012, y luego firmó un segundo período de compromiso que finalizará el próximo año, cuando entre en vigencia el Acuerdo de París.
París marcó la primera vez que todos los países, ricos y pobres, acordaron reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esto incluyó a China e India en el sistema. No tenían obligaciones bajo Kioto, pero desde entonces se han convertido en dos de los peores contaminadores. El costo de incluir a estos países es que los compromisos de París son voluntarios: cada país decide por sí mismo qué nivel de emisiones puede recortar y cómo lo logrará.
La agenda de este año
La reunión de este año en Madrid tiene por objeto desarrollar el artículo 6 del Acuerdo de París de 27 páginas. Esa sección trata sobre la creación de mecanismos de mercado que cada nación puede usar para ayudarla a cumplir con sus objetivos de emisiones, algo de lo que las compañías creen que pueden beneficiarse.
Estos sistemas no son nuevos. El Mecanismo de Desarrollo Limpio fue un resultado de Kioto y ha aportado al menos US$138.000 millones a proyectos que reducen los gases nocivos que se obtienen al quemar combustibles fósiles. La ambición en Madrid es crear un "Mecanismo de Desarrollo Sostenible" que pueda ir mucho más allá del trabajo del MDL, aportando dinero tanto a programas de energía limpia como a proyectos que cumplan los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la ONU.
Fricción sobre la naturaleza de las reglas amenaza este trabajo e impidió un acuerdo sobre el Artículo 6 el año pasado. Las naciones industriales lideradas por la Unión Europea quieren un mantenimiento y registro cuidadoso para asegurarse de que el dinero de la ayuda realmente reduzca las emisiones, que era una de las cosas que faltaba en el MDL. Las naciones en desarrollo lideradas por Brasil quieren un sistema más flexible y libre donde califique una variedad más amplia de programas. Un acuerdo es crucial para obtener grandes sumas de dinero y así respaldar los nuevos créditos del Mecanismo de Desarrollo Sostenible.
"Lo que es crítico es la credibilidad del sistema", dijo Gianpiero Nacci, jefe adjunto de financiamiento climático del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, una institución con sede en Londres que ayuda a bancos comerciales a desbloquear dinero para financiamiento verde. "Podría acelerar la inversión baja en carbono".
Cerca de 2,000 millones de créditos MDL, cada uno de los cuales representa 1 tonelada de emisiones evitadas que se emitieron durante la vida del programa. El valor de esos créditos alcanzó un máximo de más de 21 euros (US$ 23) en el 2008. Se desplomaron desde entonces y se negocian en aproximadamente 17 centavos cada uno ahora, después de que la UE, que era el principal comprador de los créditos, perdiera la fe en la contabilidad del MDL y quisiera liberar un exceso en su propio Sistema de Comercio de Emisiones.
La desaparición del MDL todavía irrita a los países en desarrollo, que están ansiosos por ver la inyección de efectivo que se les ha prometido. Hace una década, los países industriales se comprometieron a aumentar la ayuda relacionada con el clima a US$ 100,000 millones al año para el 2020. Mientras caminan hacia el logro de ese objetivo, repartieron US$ 71,200 millones en el 2017 según la OCDE, y hay poco detalle sobre cómo fluirá ese dinero en el futuro.
Esto enfoca la atención sobre el debate del artículo 6. La creación de reglas en torno a un Mecanismo de Desarrollo Sostenible también establecería un marco para que los financiadores de desarrolladores de energía limpia trabajen y desbloqueen dinero para lograr un mayor trabajo enfocado en la reducción de emisiones. Poco a poco, el mundo financiero está tomando nota. Más de 500 gestores de fondos con US$ 35 billones en activos piden a Gobiernos que tomen más medidas a través de un grupo con sede en Londres llamado Grupo de Inversores Institucionales sobre Cambio Climático.
“Los empresarios quieren claridad”, dijo Jean-Marc Ollagnier, director ejecutivo del grupo operativo de recursos de Accenture Plc. “Cuando tengan claridad, encontrarán incentivos para invertir. Si no la tienen, encontrarán excusas para procrastinar”.