El nuevo paquete de sanciones contra Rusia adoptado hoy por la Unión Europea prohíbe a operadores comunitarios asegurar el transporte por vía marítima de petróleo ruso tras un periodo de adaptación de seis meses, es decir, a partir del 2023.
En concreto, el sexto paquete de sanciones de la Unión Europea (UE) publicado en el “Diario Oficial” de la UE prohíbe la “compra, importación o transferencia, directa o indirecta, de petróleo crudo o de productos petrolíferos si son originarios de Rusia o se exportan desde Rusia”, así como toda “asistencia técnica, servicios de intermediación, financiación o asistencia financiera” a este sector.
El objetivo es “dificultar enormemente” a Moscú su capacidad de seguir exportando crudo y productos de petróleo al resto del mundo aprovechando que las empresas europeas son unos “importantes proveedores” de servicios de seguro y reaseguro, explicó la Comisión Europea (CE) en un comunicado publicado después de que los Veintisiete adoptaran definitivamente el sexto paquete de sanciones contra el Kremlin.
Los Estados miembros, no obstante, han eliminado del nuevo conjunto de represalias el punto que prohibía a toda embarcación europea el transporte a terceros países de petróleo ruso, un veto que sí constaba en el documento original que la Comisión Europea propuso a las capitales del bloque.
“No tocamos los barcos, pero tocamos los seguros. Pueden hacerlo, pero no encontrarán un seguro fácilmente”, argumentan fuentes comunitarias tras esta modificación, para después insistir en que “será muy complicado” encontrar aseguradoras, y sin ellas “no se les aceptará en los puertos”.
La UE intenta de esta forma golpear la capacidad del Kremlin para esquivar el impacto que tendrá el embargo parcial del club comunitario a su petróleo buscando nuevos compradores en el resto del mundo.
Este embargo afecta al 90% del crudo que el bloque solía importar desde Rusia y no es completo porque cinco países se beneficiarán de diversas excepciones que han conseguido tras un mes de negociaciones en las que la voz cantante ha sido la de la Hungría de Victor Orbán.
El líder ultranacionalista consiguió que siga fluyendo hacia la UE el petróleo que llega a Hungría, Eslovaquia y República Checa a través del ramal sur del oleoducto Druzhba, y además esta excepción, sobre el papel temporal, no tiene definida una fecha final.
Pero, con el objetivo de no atentar contra la igualdad de condiciones dentro del bloque, las sanciones establecen que los tres Estados miembros que se benefician de esta excepción “no podrán revender este crudo o productos petrolíferos” dentro o fuera del bloque.
Aun así, las sanciones recogen otra exigencia de Orbán porque Budapect, Bratislava y Praga podrán seguir importando desde Rusia por vía marítima en caso de interrupciones del suministro por el oleoducto Druzhba.
Por otro lado, Bulgaria y Croacia también se beneficiarán de la letra pequeña de las sanciones: el primero podrá seguir comprando crudo a Rusia hasta el 31 de diciembre del 2024 por su “exposición geográfica específica” y el segundo podrá abastecerse de gasóleo de vacío ruso para su refinería hasta el 31 de diciembre del 2023.
Más allá de estas excepciones, la UE se da un plazo de seis meses (hasta el 5 de diciembre de este año) para que la prohibición de importar crudo desde Rusia sea efectiva y ocho meses (hasta el 5 de febrero del 2023) para cesar las compras de productos refinados del petróleo.
El pasado año, el club comunitario importó petróleo por 71,000 millones de euros desde Rusia, de los cuales 48,000 millones fueron compras de crudo y 23,000 millones fueron productos pretrolíferos refinados, según los datos de la Comisión Europea.
Los mayores importadores de petróleo ruso el pasado año fueron Países Bajos (unos 17,000 millones) y Alemania (12,000 millones), bastante lejos del tercero de la clasificación, que fue Polonia (7,600 millones) y Francia (5,800 millones), según la oficina europea de Estadística (Eurostat).