La Unión Europea (UE) ha acordado fijar un límite de emisiones de CO2 en el 2030 del 37.5% para los vehículos nuevos y del 31% para las furgonetas con respecto al 2021, baremos que celebran tímidamente los ecologistas pero que critica con dureza la industria del automóvil al considerarlos demasiado exigentes.
La decisión, alcanzada anoche en la cuarta sesión de negociación entre las instituciones competentes, resulta casi salomónica en lo que a los límites para los autos se refiere, entre el 40% que pedía el Parlamento Europeo y el 35% que concedía el Consejo, ambas superiores a la propuesta del 30% de la Comisión Europea (CE).
El baremo fijado es algo menos exigente para las furgonetas, donde la Eurocámara pedía un esfuerzo del 40% y el Consejo (los países) del 30%, que final ha quedado en un 31%, con un límite intermedio para ambas categorías de vehículos del 15% en el 2025.
El pacto, que a continuación deben aprobar Parlamento y Consejo para que se convierta en normativa comunitaria, busca impulsar el parque de vehículos eléctricos e híbridos y contribuir a sentar las bases para una descarbonización de la economía europea a mitad de siglo.
Es también el resultado de una pugna entre un bloque de países reacios a demandar demasiados esfuerzos a la industria del motor, con Alemania a la cabeza, cuyo sector del automóvil registró un volumen de negocios de 423,000 millones de euros en el 2017, frente a otros con mayor ambición climática como Holanda, Francia o Suecia.
España, en el consejo de ministros donde los países fijaron su posición común de cara a la negociación con el Parlamento, había optado por un 35% para desbloquear un debate muy enconado en todo su desarrollo.
"La nueva legislación llevará a los consumidores a ahorrar dinero en la gasolinera. Ayudará a la industria a abrazar la innovación hacia una movilidad de cero emisiones y a reforzar aún más su liderazgo global en vehículos limpios", celebró el comisario europeo de Energía y Acción Climática, Miguel Arias Cañete.
El acuerdo, que persigue que la Unión Europea cumpla con los compromisos adquiridos a través del Acuerdo de París, se produce días después de la clausura de la cumbre del clima COP24 en Katowice (Polonia), donde se sentaron las bases para que el pacto internacional contra el cambio climático esté plenamente operativo en el 2020.
Desde el campo ecologista, se aplaude el esfuerzo, pero se ve innecesario para transformar la economía, según el análisis de la organización medioambientalista Transport & Environment (T&E), que reclamaba el fin de los motores de combustión en el 2030.
"El acuerdo está muy por detrás de lo que sería necesario para trabajar seriamente hacia los objetivos del Acuerdo Climático de París. De nuevo, de la mano del 'lobby' automovilístico, los Estados Miembros han mostrado una falta de ambición y visión preocupante", declaró en un comunicado el eurodiputado español de EQUO en el Grupo Verde Europeo Florent Marcellesi.
Sin embargo, la industria del motor, que representa en torno al 12 % de las emisiones contaminantes generadas en la UE, expresó sus "serias preocupaciones" sobre un límite del 37.5% que requiere un esfuerzo "totalmente impracticable basado en donde estamos hoy".
La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) denunció que el consenso alcanzado responde a objetivos "puramente políticos" que no han tenido en cuenta "las realidades tecnológicas y socioeconómicas".
"Sin duda, estos objetivos de CO2 extremadamente ambiciosos tendrán un impacto sísmico en el trabajo a través de toda la cadena de valor de la automoción, que emplea a unas 13.3 millones de europeos", alertó la ACEA en un comunicado.
Por su parte, la asociación europea de consumidores BEUC recibió de buen grado un acuerdo que "alentará a los constructores a producir más vehículos eléctricos" y aumentará las opciones de compra de los conductores.