Decenas de figuras de la oposición venezolana, que hicieron de Colombia su sede no oficial en los últimos años, dicen que la elección de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda de Colombia los pone en riesgo y que planean irse.
Activistas, líderes de partidos, exfuncionarios y desertores militares están tomando medidas, según siete personas con conocimiento de los planes. Temen ser acosados, espiados o incluso secuestrados. Petro asume el cargo en un mes, reemplazando al conservador Iván Duque, un abierto opositor de Nicolás Maduro.
“Me siento muy inseguro estando en Colombia en este momento”, dijo en una entrevista Pablo Parada, de 32 años, líder estudiantil y antiguo preso político. “Para nadie es un secreto los nexos que tiene el Gobierno de Nicolás Maduro con el nuevo presidente de Colombia. Tenemos claras las intenciones del Gobierno venezolano de que sean entregados tanto militares como miembros de la resistencia, quienes representan un peligro para ellos”.
En una entrevista reciente con el diario El País, Petro dijo que los activistas y periodistas venezolanos en Colombia no enfrentarían la extradición bajo su mandato. Pero sus planes generales para ellos no están claros. Álvaro Leyva, canciller entrante elegido por Petro, no respondió a los mensajes en busca de comentarios.
Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad Del Rosario en Bogotá, dijo que la oposición ha tenido acceso directo a los niveles más altos del Gobierno, ayudando a dar forma a la política hacia Venezuela. Eso cambiará con Petro quien, dice, debe tomar medidas para proteger a los venezolanos perseguidos.
La figura más destacada de la oposición venezolana que busca opciones de salida es el expresidente de la Asamblea Nacional Julio Borges, de 52 años, quien fundó el partido Primero Justicia y lleva en Bogotá más de cuatro años.
El Gobierno de Caracas emitió una orden de arresto contra él, acusándolo de ser uno de los autores intelectuales de un ataque con drones explosivos contra Maduro. Juan Requesens, otro diputado opositor acusado junto a él, se encuentra bajo arresto domiciliario en Caracas.
En Bogotá, Borges va en bicicleta a las reuniones y camina libremente por el parque, un cambio radical con respecto a Caracas, donde era acosado por funcionarios del Gobierno Maduro y se transportaba en vehículos blindados escoltados por guardaespaldas. Según personas que lo conocen, teme enfrentar nuevas amenazas una vez que Petro esté en el cargo. No respondió a una solicitud de comentarios.
Otra figura clave que también busca irse es Carlos Paparoni, un legislador venezolano de 33 años que dirigió varias investigaciones sobre corrupción y crimen organizado vinculado al régimen de Maduro. Declinó comentar.
Mientras estos políticos prominentes buscan asilo político o trabajo en Miami, Washington o Madrid, la mayoría de los demás (activistas de nivel medio y desertores del Ejército) enfrentan opciones más desesperadas.
El líder estudiantil Parada, por ejemplo, dice que planea cruzar a pie el Tapón del Darién, la selva densa y peligrosa entre Colombia y Panamá. También lo hará el capitán del Ejército Anyelo Heredia, de 33 años, quien escapó de la prisión militar de Ramo Verde en Venezuela en 2019 y enfrenta cargos de traición.
“Lo más delicado son esos jóvenes que no pueden irse de Colombia por falta de recursos”, dijo Heredia.
Rodríguez, el analista, coincidió. “Son muchachos que lograron un tipo de representación en consejos, en municipios, que tenían un tipo de liderazgo en los barrios de Caracas o en ciudades importantes, y ellos tal vez corren mayor riesgo porque sí hay ordenes expedidas por la justicia venezolana”, dijo.
Al revertir el rumbo sobre Venezuela, Petro acercará la política de Colombia a la de otros países de América Latina, dejando a Estados Unidos con pocos aliados en la región en su esfuerzo por aislar a Maduro. La Administración Trump respaldó a Juan Guaidó como presidente interino mientras aplicaba una campaña de presión y sanciones en un intento por destituir a Maduro.
Pero como esa táctica no tuvo éxito y Guaidó está marginado, varios países han vuelto a restablecer relaciones con Maduro, dijo Mark Feierstein, asesor sénior de Albright Stonebridge Group, con sede en Washington, y antiguo director sénior del Consejo de Seguridad Nacional.
“Están reconociendo la realidad de que Maduro puede ser desagradable, pero es la persona con la que hay que hablar”, dijo Feierstein. “No creo que sea tan inquietante para Estados Unidos si Colombia hace algo similar”.
El Gobierno de Biden, que busca nuevas fuentes de petróleo tras la invasión de Rusia a Ucrania, ha iniciado conversaciones con funcionarios del Gobierno de Maduro que podrían conducir a la flexibilización de algunas duras sanciones estadounidenses.
Incluso después de que Petro restablezca los lazos con Maduro, Colombia aún puede trabajar en concierto con Estados Unidos para alentar a Venezuela a celebrar elecciones presidenciales abiertas en el 2024, dijo Feierstein. “Si Colombia usa diferentes canales, pero con un objetivo similar, eso también es útil”, dijo.
Eduardo Battistini, un exconcejal de 39 años, ha representado al Gobierno interino de Guaidó en Bogotá desde el 2020, cuando huyó del país luego de amenazas y meses de esconderse en la embajada de México en Caracas. No ha podido acceder al consulado de su país, que yace abandonado al borde de una de las autopistas más transitadas de Bogotá.
Si bien sirve a la comunidad más grande de venezolanos fuera de su patria, de casi dos millones, Battistini carece de los recursos para ofrecerles pasaportes o tarjetas de identificación, algo que Petro ha prometido restaurar con relaciones renovadas con Maduro. Aun así, gracias a Duque, su equipo ha podido validar miles de títulos universitarios para venezolanos que buscan trabajo en Colombia.
“No podemos abandonar a la gente”, dijo Battistini, quien no tiene planes inmediatos de irse. “Mientras pueda seguir aportando aquí, lo haré”.