Colombia necesita aumentar los precios de los combustibles y eliminar gradualmente los subsidios que dañan el presupuesto, que son una “herencia maldita” del Gobierno anterior, según un alto funcionario del Ministerio de Hacienda.
A los precios actuales, el Gobierno estima que gastará el equivalente a alrededor del 3% del producto bruto interno (PBI) este año para mantener bajos los precios de la gasolina y el diésel, que es más o menos lo que se gasta en defensa.
El presidente Gustavo Petro, quien asumió este mes, está dispuesto a utilizar parte de su amplio capital político para solucionar el problema al permitir que los precios suban, según el director de Crédito Público, José Roberto Acosta. Las finanzas públicas habrían disfrutado de un gran impulso por el alza en el precio del petróleo este año, de no ser por estos subsidios, agregó Acosta.
“Hoy estamos viviendo fiscalmente sin petróleo”, dijo Acosta el jueves, en una entrevista en la Secretaría de Hacienda en Bogotá. “La plata de la bonanza petrolera se ha ido a llenar tanques de gasolina de carros en vez de llenar la barriga de niños y ancianos”.
Permitir que el precio suba podría ser políticamente arriesgado para Petro. Probablemente sería impopular y ciertamente avivaría la inflación, que ya se encuentra en su tasa más alta en 23 años. Panamá, Ecuador y Perú experimentaron recientemente protestas por la inflación, siendo el aumento del precio de los combustibles una de las principales quejas de los manifestantes.
En lugar de permitir que los precios del combustible aumenten en línea con el crudo este año, el Gobierno del presidente Iván Duque limitó los aumentos, para mantener baja la tasa de inflación. Eso provocó que el Gobierno acumulara grandes deudas con la petrolera estatal Ecopetrol S.A., que debe vender su combustible a un precio artificialmente bajo. Duque dejó el cargo el 7 de agosto.
Trago amargo
Permitir que los precios suban sería un trago amargo para los conductores colombianos. Actualmente, la gasolina cuesta alrededor de 9,000 pesos (US$ 2.05) por galón en Bogotá, mientras que sin subsidios su precio subiría a unos 17,000 pesos.
Las deudas del Gobierno con Ecopetrol no están incluidas en las cifras generales del déficit fiscal, lo que hace que parezcan artificialmente bajas. Si las cifras incluyeran los subsidios a los combustibles, el déficit de este año, que se espera sea del 5.6% del PBI, aumentaría a más del 8%.
Colombia tiene alrededor de 91 billones de pesos de deuda local en pesos, o el 22% del total, con vencimiento en los próximos tres años. A pesar de ello, Acosta dice que los swaps de deuda “no son de la preferencia de la actual Administración” para abordar el tema.
Los swaps para extender los vencimientos solo agudizan el problema y se traducen en costos más altos para la nación, dijo, y agregó que, en su lugar, el Gobierno buscará usar efectivo disponible.
La volatilidad en los mercados externos ha impedido que la mayoría de los países de mercados emergentes, incluido Colombia, emitan deuda en el extranjero este año. La última vez que la nación andina recurrió a los mercados internacionales fue en octubre, unos meses después de que perdiera su calificación de grado de inversión.
El marco fiscal a mediano plazo que dejó el Gobierno anterior muestra planes de recaudar US$ 4,400 millones en el extranjero este año.
Acosta, economista y abogado que anteriormente se desempeñó como director de Crédito Público de la ciudad de Bogotá, dice que, si acudir a los mercados internacionales de bonos sigue siendo demasiado costoso, Colombia buscará otras fuentes de financiamiento, incluso de prestamistas multilaterales.
Petro es popular entre los colombianos más pobres después de comprometerse a gravar a los ricos para pagar el aumento del gasto social. En su primer día en el cargo, envió un proyecto de ley de impuestos al Congreso que busca incrementar los ingresos en alrededor de 1.7 puntos porcentuales del PBI.
Los inversionistas extranjeros han continuado acudiendo al mercado de bonos en pesos de la nación desde la victoria electoral de Petro, algunos de ellos atraídos por rendimientos superiores al 12% para valores a diez años.
Acosta dice que es una señal de que el mercado tomó bien la victoria de Petro. La Administración de Petro “es absolutamente amigable al mercado”, dijo.