Apenas unas horas antes de abrir una tienda insignia en Beijing en diciembre, Canada Goose, un fabricante de costosos abrigos impermeables, canceló el evento. La firma orgullosamente canadiense, con sede en Toronto, culpó a retrasos en la construcción.
Probablemente, quería evitar las protestas contra el arresto en Vancouver el 1 de diciembre de Meng Wanzhou, la directora financiera de Huawei, un fabricante chino de equipos de telecomunicaciones. También es hija del fundador de la firma, Ren Zhengfei. Las acciones de Canada Goose han caído más de un 20% desde la noticia del arresto de Meng.
Al igual que la compañía, el propio Canadá está atrapado en una pelea entre Estados Unidos y China. La policía canadiense arrestó a Meng Wanzhou de camino a México bajo los términos de un tratado de extradición entre Canadá y Estados Unidos. Un juez estadounidense solicitó su arresto, alegando que Meng cometió un fraude para violar las sanciones estadounidenses contra Irán. China (y Meng Wanzhou) afirman que los cargos en sí son fraudulentos.
Estados Unidos tiene miedo de Huawei, un proveedor sumamente exitoso de equipos necesarios para construir redes de telecomunicaciones móviles de “quinta generación”. Desconfía de sus vínculos con el Gobierno de China (ninguna empresa china tan grande como Huawei está libre de la influencia del Partido Comunista). China sostiene que el arresto de Meng busca socavar a la compañía.
China está castigando a Canadá en lugar de tomar represalias contra Estados Unidos, que está librando una guerra comercial contra ellos. Citando a la seguridad nacional, China detuvo a dos canadienses, Michael Kovrig, un diplomático en licencia que asesora al International Crisis Group, una ONG que trata de prevenir conflictos, y Michael Spavor, un hombre de negocios.
Según una persona familiarizada con la situación, Kovrig está siendo interrogado "mañana, tarde y noche" y no se le permite apagar las luces cuando duerme. David Mulroney, ex embajador de Canadá en China, dijo en una entrevista televisiva que China está usando una táctica establecida de "matar al pollo [Canadá], asustar al mono [Estados Unidos]".
La riña llega en un mal momento. Donald Trump forzó a Canadá (y México) a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El nuevo Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá se firmó en noviembre. Trump aún no ha aumentado los fuertes aranceles al aluminio y el acero canadienses (y de otros países).
Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, esperaba reducir la dependencia de su país con respecto a Estados Unidos, que compra tres cuartas partes de las exportaciones canadienses de productos y suministra la mitad de las importaciones canadienses. China parecía el socio alternativo más prometedor. La pelea por el caso Huawei ha puesto en peligro esa relación. Las conversaciones sobre un posible acuerdo de libre comercio, que comenzó en el 2016, enfrentan "nuevos obstáculos", dijo Lu Shaye, embajador de China en Ottawa, el 14 de diciembre.
En un intento por enfriar la ira de China, Canadá señala que el arresto de Meng no fue político. Un tribunal independiente emitió la orden (y la dejó en libertad bajo fianza de US$ 7.5 millones). Pero Trump socavó ese argumento diciendo que intervendría si eso ayudara a asegurar un buen acuerdo comercial con China. Chrystia Freeland, la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, le rogó a Trump que no politizara el proceso de extradición.
Más peligros se avecinan. Una es la decisión final sobre si se debe extraditar a Meng Wanzhou, que será tomada por el fiscal general, un miembro del gabinete de Trudeau (y, por lo tanto, un político). Eso sucederá después de que Estados Unidos presente una solicitud formal de extradición.
El Gobierno de Canadá ha estado debatiendo si prohibir el uso de equipos de Huawei para construir las redes 5G de Canadá, como ya lo han hecho Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Eso provocaría a China aún más. Los ejecutivos canadienses en China ahora temen terminar igual que los detenidos Kovrig y Spavor.
En otras esferas más felices, los dos gobiernos designaron el 2018 como el año del turismo; Canadá esperaba duplicar el número de visitantes chinos a 1.2 millones para el 2021. Su ministro de turismo canceló un viaje a China para la ceremonia de clausura. Si la disputa continúa, no solo interrumpirá las vacaciones de los turistas.