Los prestatarios rusos tendrán que averiguar cómo van a pagar alrededor de US$ 9,000 millones en los próximos tres meses.
Esa es la cantidad aproximada de efectivo que las empresas y el Gobierno de Rusia deben pagar a los titulares de bonos en moneda extranjera antes de finales de mayo, según datos recopilados por Bloomberg.
Esa tarea se ha complicado por la serie de sanciones internacionales que se impuso a Rusia tras su invasión a Ucrania, así como por la respuesta del presidente Vladímir Putin: controles de capital, aunque excluyen la necesidad de servicio de deuda existente.
“Acceder a la liquidez en dólares podría ser difícil”, dijo Timothy Ash, estratega senior de deuda soberana de mercados emergentes en BlueBay Asset Management en Londres. “Técnicamente podría ser difícil de pagar” debido al cierre para Rusia de las plataformas que normalmente facilitan las transacciones, dijo.
Entre los primeros pagos están el de la empresa de internet Yandex NV y Russian Railways, que tienen cupones que vencen en los próximos días, según muestran los datos. Mientras tanto, los gigantes energéticos Rosneft Oil Co. y Gazprom deben pagar alrededor de la próxima semana los bonos que vencen por montos de US$ 2,000 millones y US$ 1,300 millones, respectivamente.
Veon Holdings, empresa de telecomunicaciones con sede en los Países Bajos que obtiene gran parte de sus ingresos de Rusia y Ucrania, también debe pagar un bono con vencimiento el 1 de marzo.
Hasta el momento, no hay indicios de que los prestatarios no pagarán sus obligaciones, pero el panorama actual arrastró a la baja los precios de los bonos, impuso una prima al acceso a dólares estadounidenses y ha dificultado que las empresas rusas interactúen con los mercados financieros internacionales.
Los próximos pagos adeudados por el Gobierno ruso están programados para el 16 de marzo, por alrededor de US$ 117 millones en intereses adeudados, según los cálculos de Bloomberg. El bono que vence a continuación, por una suma de US$ 2,000 millones, debe pagarse el 4 de abril.
En general, los inversionistas tienen alrededor de US$ 250,000 millones en bonos emitidos por empresas rusas. Si bien aproximadamente la mitad de las notas están denominadas en rublos, también hay US$ 92,000 millones en bonos en moneda estadounidense y 14,100 millones en euros (US$ 15,800 millones) de dichos títulos de deuda en circulación, según datos compilados por Bloomberg.
Posibilidades de default
En total, los prestatarios corporativos y gubernamentales rusos en los mercados internacionales de bonos se ven apremiados por alrededor de US$ 2,000 millones en pagos de cupones y US$ 7,000 millones en capital en los próximos tres meses, según datos de bonos compilados por Bloomberg sobre bonos que no son en rublos, donde Rusia es considerado un país de riesgo. Y durante los próximos seis meses, solo el Gobierno tiene programado el pago de alrededor de US$ 1,000 millones en cupones y US$ 2,000 millones en capital, según los datos.
Entre los posibles obstáculos a los que se enfrentan está la decisión de Estados Unidos y sus aliados de aislar a algunos bancos rusos del sistema de mensajería SWIFT que facilita las transferencias internacionales, y la prohibición de negociar nuevas emisiones de deuda soberana rusa. Las medidas de Putin para prohibir ciertas transacciones de divisas y pagos a no residentes también podrían afectar el sistema de pagos, aunque el Banco de Rusia ha aclarado que algunas de sus medidas solo se aplican a la nueva deuda.
Los activos rusos se han visto afectados en los últimos días tras la invasión y la intensificación de las sanciones, y ha ido en aumento la preocupación de los inversionistas por las perspectivas de default de varias deudas. La turbulencia ha obstaculizado la fijación de precios precisa de muchos valores, con grandes diferencias entre los precios a los que los inversionistas están dispuestos a comprar o vender, lo que dificulta juzgar si la principal preocupación de los participantes del mercado es la falta de liquidez o la solvencia.
El costo de proteger la deuda soberana rusa se disparó a medida que las probabilidades de default implícita en los swaps de default crediticio suben a más de uno de cada dos. Mientras tanto, las firmas de calificación crediticia recortaron sus calificaciones del país, que entró en default última vez en 1998.