Un miembro del Batallón de Voluntarios de Donbás, unidad militar ucraniana, participa de una operación en el distrito Lysychank, región de Lugansk, controlada por los separatistas prorrusos, en enero del 2015. (Foto: Aantolii Boiko / AFP / Archivo)
Un miembro del Batallón de Voluntarios de Donbás, unidad militar ucraniana, participa de una operación en el distrito Lysychank, región de Lugansk, controlada por los separatistas prorrusos, en enero del 2015. (Foto: Aantolii Boiko / AFP / Archivo)

El presidente ruso, Vladimir Putin, firmó el lunes un decreto por el que se reconocen como independientes dos regiones escindidas del este de Ucrania.

A continuación se analizan las implicaciones de la crisis en general, en la que, según Estados Unidos, Rusia podría estar dispuesta a invadir Ucrania con una fuerza de hasta 190,000 soldados que ha concentrado cerca de las fronteras de su vecino.

¿Qué son las regiones separatistas?

Los separatistas apoyados por Rusia en las regiones de Donets y Luhansk -conocidas colectivamente como el Dombás- se separaron del control del Gobierno ucraniano en el 2014 y se proclamaron “repúblicas populares” independientes, hasta ahora no reconocidas.

Desde entonces, Ucrania afirma que unas 15,000 personas han muerto en los combates. Rusia niega ser parte en el conflicto, pero ha respaldado a los separatistas de numerosas maneras, entre ellas mediante apoyo militar encubierto, ayuda financiera, suministro de vacunas COVID-19 y la emisión de al menos 800,000 pasaportes rusos a los residentes. Moscú siempre ha negado que planee invadir Ucrania.

¿Qué significa el reconocimiento ruso?

Por primera vez, Rusia dice que no considera el Dombás como parte de Ucrania. Eso podría allanar el camino para que Moscú envíe fuerzas militares a las regiones separatistas abiertamente, usando el argumento de que está interviniendo como aliado para protegerlas contra Ucrania.

Un miembro del parlamento ruso y antiguo líder político de Donets, Alexander Borodai, declaró el mes pasado que los separatistas buscarían entonces a Rusia para que les ayudara a hacerse con el control de las partes de las regiones de Donets y Luhansk que aún están bajo el control de las fuerzas ucranianas. Si eso ocurre, podría desembocar en un conflicto militar abierto entre Rusia y Ucrania.

¿Qué pasa con el proceso de paz de Minsk?

El reconocimiento ruso acaba de hecho con los acuerdos de paz de Minsk del 2014-2015 que, aunque todavía no se han aplicado, han sido considerados hasta ahora por todas las partes, incluido Moscú, como la mejor vía para una solución. Los acuerdos exigen un amplio grado de autonomía para las dos regiones dentro de Ucrania.

¿Cómo responderá occidente?

Los gobiernos occidentales llevan meses advirtiendo a Moscú de que cualquier movimiento de fuerzas militares a través de la frontera ucraniana provocaría una respuesta contundente, que incluiría estrictas sanciones financieras.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, declaró la semana pasada que el reconocimiento “socavaría aún más la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, constituiría una grave violación del derecho internacional y pondría aún más en entredicho el compromiso declarado por Rusia de seguir participando en la diplomacia para lograr una resolución pacífica de esta crisis”.

Blinken dijo que sería necesaria una respuesta “rápida y firme” de Estados Unidos y sus aliados.

¿Ha reconocido Rusia antes a estados escindidos?

Sí. Reconoció la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, dos regiones separatistas georgianas, tras librar una breve guerra con Georgia en el 2008. Les ha proporcionado un amplio apoyo presupuestario, ha extendido la ciudadanía rusa a sus poblaciones y ha estacionado miles de tropas allí.

¿Cuáles son los pros y los contras para Moscú?

En el caso de Georgia, Rusia usó el reconocimiento de las regiones escindidas para justificar una presencia militar indefinida en una antigua república soviética vecina, en un intento de frustrar indefinidamente las aspiraciones de Georgia en la OTAN, negándole el pleno control de su propio territorio. Las mismas consideraciones se aplicarían a Ucrania.

En el lado negativo, Moscú se enfrenta a sanciones y a la condena internacional por abandonar el proceso de Minsk después de mantener durante mucho tiempo que estaba comprometido con él. También tendrá que cargar indefinidamente con la responsabilidad de dos territorios asolados por ocho años de guerra y necesitados de un enorme apoyo económico.