Todo el mundo temía que pudiera ocurrir. En las semanas antes de una inusual confluencia de feriados judíos, cristianos y musulmanes, en la que se esperaba que decenas de miles de visitantes acudieran a Jerusalén por primera vez desde la pandemia, líderes israelíes, palestinos y árabes hablaron sobre cómo reducir las tensiones.
Israel tomó medidas para relajar las condiciones de su régimen militar impuesto hace casi 55 años sobre millones de palestinos. Se retiraron algunas restricciones de movimiento y se concedieron miles de permisos de trabajo. La policía israelí dijo que trabajaría para garantizar que todo el mundo pudiera rezar en paz.
El objetivo era evitar una repetición del año anterior, cuando semanas de protestas y enfrentamientos en Jerusalén terminaron desencadenando una guerra de 11 días entre Israel y Hamas, que gobierna Gaza.
No ha salido como se esperaba.
Israel ha sufrido la peor oleada de ataques mortales en años. Sus tropas han emprendido redadas para detener gente en el corazón de la Cisjordania ocupada, lo que provocó intercambios de disparos. Se han producido enfrentamientos en un importante lugar de Jerusalén sagrado para judíos y musulmanes, y se han lanzado varios cohetes desde Gaza.
A continuación, un vistazo a cómo hemos llegado aquí:
Oleada de ataques
El 22 de marzo, un ciudadano palestino de Israel mató a cuatro personas un ataque de atropellos y apuñalamientos en la ciudad de Beersheba. En las siguientes tres semanas, otras 10 personas murieron en ataques de palestinos con armas de fuego, incluido uno en el centro de Tel Aviv.
Las autoridades israelíes dijeron que los agresores habían actuado en gran parte por su cuenta, y si bien Hamas y otros grupos armados celebraron los ataques, nadie se los atribuyó. Algunos de los agresores apoyaban al grupo Estado Islámico, pero no hay pruebas de que organizara los ataques.
Al menos 26 palestinos han muerto, según un conteo de Associated Press, incluidos los agresores y muchos que participaron en los enfrentamientos. Pero entre los muertos también hay un abogado y una mujer de 18 años que parecían ser meros transeúntes, así como una mujer desarmada que murió baleada en un control de seguridad.
Israel capturó Cisjordania, el este de Jerusalén y la Franja de Gaza en la Guerra de Oriente Medio de 1967. Los palestinos reclaman los tres territorios para formar un estado futuro.
Israel tiene pleno control del 60% de Cisjordania, donde ha construido más de 130 asentamientos en los que viven casi 500,000 colonos judíos. La cada vez más impopular Autoridad Palestina administra grandes centros de población y coopera con Israel en materia de seguridad.
Enfrentamientos en Jerusalén
El 15 de abril se produjeron choques al amanecer entre palestinos y policías israelíes en el complejo de la Mezquita de Al-Aqsa, en la zona antigua de Jerusalén. La policía dijo que los palestinos les habían lanzado piedras en dirección a un espacio contiguo sagrado para los judíos, lo que les obligó a intervenir. Los palestinos dijeron que la policía había empleado una fuerza excesiva.
Más de 150 palestinos y tres policías israelíes resultaron heridos. La policía lanzó balas recubiertas de goma y granadas de aturdimiento, mientras que los palestinos arrojaron piedras y fuegos artificiales. En un momento dado, la policía irrumpió en la mezquita para detener a sospechosos de lanzar piedras que estaban dentro.
Desde entonces se han producido choques de menor escala, y el domingo varios palestinos apedrearon autobuses junto al casco viejo de Jerusalén.
“Se ha librado una campaña de incitación contra Israel liderada por Hamas”, dijo esta semana el primer ministro de Israel, Naftali Bennett. “Israel hace todo lo que puede para que todos, como siempre, puedan celebrar las fiestas de forma segura: judíos, musulmanes y cristianos”.
La amplia explanada donde se encuentra la mezquita es el tercer lugar más sagrado del islam y el más venerado por los judíos, que lo conocen como Monte del Templo porque allí se alzaron dos templos judíos en la antigüedad. El recinto es el corazón del conflicto iniciado hace un siglo y ha sido el detonante de varias rondas de violencia.
Los palestinos ven las visitas periódicas de judíos nacionalistas y religiosos bajo escolta policial como una provocación y un posible preludio a que Israel tome el control del lugar o lo divida. Las autoridades israelíes dicen que están comprometidas con la situación actual.
La Ciudad Vieja forma parte de Jerusalén Oriental, que Israel considera su capital tras anexionarla en una maniobra sin reconocimiento internacional. Los palestinos reclaman Jerusalén como capital de su estado futuro.
Políticas discriminatorias en Jerusalén Oriental apoyan la expansión de los asentamientos judíos. A los palestinos se les rechazan los permisos de construcción de forma sistemática, lo que obliga a muchos a construir sin autorización, lo que les expone a la demolición de sus viviendas.
Docenas de familias palestinas están en riesgo de ser desahuciadas de sus casas debido a una campaña iniciada hace décadas por los colonos para aumentar la población judía en Jerusalén Oriental.
Los judíos nacidos en Jerusalén son ciudadanos israelíes. La mayoría de los palestinos rechazan la ciudadanía israelí, pero los que la solicitan deben pasar por un largo e incierto proceso burocrático. Los palestinos que pasen demasiado tiempo fuera de Jerusalén por empleo, estudios o motivos familiares pueden perder su residencia y que se les prohíba regresar. Esa política no se aplica a los judíos.
Cohetes desde Gaza
El lunes por la noche se lanzó un cohete al sur de Israel desde la Franja de Gaza. El ejército lo interceptó y respondió con ataques aéreos. Nadie resultó herido y nadie reivindicó el cohete, el primero que se lanzaba hacia Israel en meses. El jueves de madrugada se lanzaron varios cohetes, e Israel hizo nuevos ataques.
Israel y Egipto mantienen un asifixiante bloqueo sobre Gaza desde que Hamas arrebató el control del territorio a fuerzas palestinas rivales hace 15 años. El desempleo ronda el 50%, los apagones duran unas 12 horas al día, el agua del grifo no es potable y Hamas mantiene un firme asidero en el poder.
Israel y Hamas han librado cuatro guerras desde el 2008, lo que agrava las penurias de los dos millones de palestinos que viven en la estrecha franja costera. Gaza apenas ha empezado a reconstruir desde la última guerra, en la que murieron más de 250 palestinos, 129 de ellos civiles, según Naciones Unidas. En Israel murieron 14 personas.
Los problemas de Gaza son muy anteriores a Hamas, que apareció en escena a finales de la década de 1980 en el primero de dos alzamientos palestinos contra el régimen israelí. El grupo armado, considerado como terrorista por Israel y países occidentales, no reconoce a Israel y ha realizado varios ataques contra civiles israelíes a lo largo de los años.
Más de la mitad de los dos millones de palestinos que viven en Gaza son los descendientes de refugiados de lo que ahora es Israel, que huyeron o fueron expulsados en la guerra de 1948 en torno a la creación del estado.
En torno al 60% de los palestinos de los tres territorios son menores de 30 años con poco o ningún recuerdo del proceso de paz de Oriente Medio, que se derrumbó hace más de una década.
“Tenemos una generación muy radicalizada”, dijo Mkhaimar Abusada, profesor de ciencias políticas en la Universidad Al-Azhar de Gaza. “En realidad no les importa si vamos a otra guerra con Israel o no, ya sea por Al-Aqsa o por cualquier otra cosa”.