Para responder al apetito insaciable que despiertan los peces, cada vez se mejoran más las técnicas de pesca, con barcos más grandes, redes más profundas y sonares más eficaces, lo que podría dejar al mar sin una parte importante de sus recursos.
En el 2017, 92.5 millones de toneladas de marisco fueron capturados en todo el mundo, cuatro veces más que en 1950, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Este aumento se debe al crecimiento de la población y a un mayor consumo por habitante.
Pero los recursos marinos no son inagotables. En 1996 se alcanzó un pico de las capturas de pescados, según la FAO, y, desde entonces, éstas se han estancado.
Un tercio de las reservas de peces del mundo están sobreexplotadas, advierte la FAO. Esto no significa que las especies implicadas puedan desaparecer, pues una reserva de peces corresponde a una población en una zona geográfica concreta.
Sin embargo, esta situación sí que puede amenazar su pesca en el futuro. Las reservas sobreexplotadas "pueden caer a niveles de abundancia tan bajos que ya no resulta rentable pescar", explica Didier Gascuel, investigador y miembro del consejo científico del instituto de investigación Ifremer.
"La historia de la pesca es una larga huida hacia adelante: cuantos menos peces hay en el mar, más medios eficaces inventamos para ir a pescarlos", añade.
En la actualidad, los arrastreros son responsables de la mitad de las capturas mundiales, pero no siempre son selectivos con sus redes en forma de embudo.
La situación es aún peor para la pesca de arrastre de fondo: la red está lastrada,una técnica muy criticada por las oenegés.
"Se faena en el fondo de los océanos para pescar peces sin distinción, con un impacto en los corales, en las esponjas...", denuncia Frédéric Le Manach, de la asociación Bloom, que organizó una campaña contra la pesca en aguas profundas, prohibida por la Unión Europea en el 2016.
El palangre -un cordel del que cuelgan miles de anzuelos que pueden atrapar también aves o tortugas- o los dispositivos de concentración de peces (DCP) también están en el punto de mira.
Cuotas necesarias
La Unión Europea prohibió la pesca eléctrica a partir del 2021, una controvertida práctica muy empleada por Holanda. Es un "nuevo golpe duro para los pescadores holandeses (que) reduce a la nada las perspectivas de futuro de sus empresas", criticó VisNed, principal organización de pescadores del país.
Frente a la sobreexplotación, ONG's y científicos defienden una pesca más razonable. "La pesca es un desafío para la seguridad alimentaria", en particular en países empobrecidos, recuerda Francois Chartier, encargado de esta cuestión en Greenpeace.
La pesca está regulada por las legislaciones nacionales, la Unión Europea u organizaciones regionales de gestión de pesca (ORGP). Pero "es difícil hacer que se aprueben medidas rigurosas" en estas últimas, habida cuenta del peso de la industria pesquera, lamenta François Chartier.
Reducir la flota solo es una parte de la solución, si bien los barcos que siguen operativos son cada vez más potentes. "Hay que limitar las capturas y poner en marcha cuotas", apostilla Didier Gascuel.
Para las oenegés, se tiene que combatir la pesca ilegal, las subvenciones que estimulan la sobrepesca y la pesca destinada a fabricar harinas de pescado. En cambio, se deberían promover métodos de pesca pasivos (nasas, redes fijas), el establecimiento de áreas marinas protegidas, la creación de etiquetas más estrictas o apoyar los caladeros que permitan la reconstitución de las reservas y que creen puestos de trabajo.
"Recuperar las reservas sobreexplotadas permitiría aumentar la producción cerca de un 25%", indica Manuel Barange, de la FAO.
Además, el cambio climático podría empeorar las cosas. Éste "provocará una cierta redistribución de las reservas de peces" y podría ocurrir que "regiones tropicales y pequeños Estados insulares tengan que hacer frente a los impactos más negativos, mientras que las regiones polares se beneficiarán de los aumentos", advierte Barange.