Niños llorando, edificios derrumbados y hospitales llenos de cadáveres: un devastador terremoto ocurrido el lunes dejó escenas dolorosamente familiares para los ciudadanos y socorristas sirios exhaustos por casi 12 años de bombardeos y desplazamientos.
El terremoto de magnitud 7,8 envió a las personas a las calles del norte del país, donde los ataques aéreos y los bombardeos ya han traumatizado a la población y debilitado los cimientos de muchos edificios.
En la ciudad de Jandaris, controlada por los rebeldes, en la provincia de Alepo, un montículo de hormigón, varillas de acero y bultos de ropa yacían donde una vez estuvo un edificio de varios pisos.
“Había 12 familias allí abajo. No salió ni uno solo. Ni uno”, dijo un joven delgado, con los ojos muy abiertos en estado de shock y la mano vendada.
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“Estábamos sacando a la gente nosotros mismos a las tres de la mañana”, dijo, con su aliento visible en el aire frío del invierno mientras hablaba.
Se podía ver a hombres jóvenes arañando escombros y lanzando martillos sobre losas de concreto en busca de sobrevivientes. Los tanques de agua abollados y los paneles solares habían volado de los techos y aterrizado en el suelo húmedo.
Los Cascos Blancos, un servicio de rescate fundado en territorio controlado por los rebeldes para tratar a las personas heridas en los bombardeos, dijo que al menos 147 personas murieron en el noroeste de Siria controlado por la oposición.
En territorio controlado por el gobierno, las autoridades calculan el número de muertos en más de 300 y más de 1,000 heridos.
En Turquía, la agencia nacional de emergencias dijeron que al menos 1,121 personas perdieron la vida, con más de 7,500 heridos, de acuerdo a los últimos cálculos.
“Estamos en una carrera contra el tiempo para salvar las vidas de los que están bajo los escombros. Incluso aunque nuestros equipos están agotados, no tenemos tiempo para descansar”, dijo a Reuters por teléfono el jefe de los Cascos Blancos, Raed al-Saleh.
Añadió que los ataques aéreos a lo largo de los años habían dejado los edificios estructuralmente frágiles, por lo que “colapsaron de inmediato”, lo que finalmente provocó más muertes.
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Temperaturas gélidas
Millones de personas en el noroeste de Siria han quedado vulnerables por el conflicto, según Naciones Unidas, que dice que 2,9 millones de personas en la región han sido desplazadas y 1,8 millones viven en campamentos.
Los equipos de rescate han trabajado durante años rescatando a personas de los bombardeos y ataques aéreos del gobierno sirio o de las fuerzas rusas que a menudo apuntan al mismo lugar varias veces, poniendo en riesgo las vidas de los paramédicos.
“Al menos ahora, nadie nos va a bombardear mientras trabajamos”, dijo Saleh.
Pero el clima frío del invierno representa otro desafío para los rescatistas, quienes dijeron que las familias quedaron expuestas a temperaturas cercanas al punto de congelación y fuertes lluvias.
En un sector de la provincia de Idlib, el terremoto dañó las modestas estructuras instaladas en los campamentos de desplazados que albergaban a sirios que habían huido de la guerra a lo largo de los años, dijo Ahmad al-Sheikh, residente de una ciudad fronteriza cercana.
(Con información de Reuters)