El aumento de la violencia en la última década en México ha disparado la demanda de blindajes arquitectónicos y chalecos antibalas, especialmente en tiempos de pandemia y elecciones, en un país donde la industria de seguridad ya representa cerca del 2% del PBI.
“Ha habido un incremento de la delincuencia y lo único que hacemos es ofrecer soluciones para que los clientes puedan estar seguros y preservar su integridad y bienes”, dijo René Fausto Rivera, presidente del Consejo Nacional de la Industria Balística, creado apenas hace tres años ante la diversificación del sector.
Con casi 100 asesinatos diarios, México atraviesa una ola de violencia que va en aumento desde que el presidente Felipe Calderón (2006-2012) ordenó el uso del ejército para combatir al narcotráfico.
A pesar de los meses de confinamiento durante la pandemia, el país registró 34,600 homicidios en el 2020, una cifra muy similar al récord del 2019, cuando hubo 34,700.
También hubo más de 800 secuestros y 604,000 casos de robo, ya sea en domicilios, de vehículos o a transeúntes.
Diversificación de productos
A raíz de esto, la demanda de blindaje arquitectónico ha aumentado “en todos lados”, ya sea en joyerías, instalaciones estratégicas, grandes empresas o incluso domicilios, dijo Fausto Rivera.
“Ante el incremento de la inseguridad, la gente busca hacer cuartos de pánico, que la puerta del acceso a la calle sea blindada para dar protección”, añadió.
Según sus cálculos, la industria de la seguridad, que incluye blindajes, guardias privados y sistemas de videovigilancia representa ya cerca del 2% del Producto Bruto Interno (PBI) mexicano.
En los últimos años se han perfeccionado puertas de metal o vidrios de policarbonato para ventanas o aparadores que pueden llegar a resistir el impacto de bala de una Magnum 44 o un AK-47.
Lo importante “no es el grosor ni los materiales, sino el desempeño y la composición”, detalló el empresario.
Eso explica que un cristal laminado de 45 milímetros pueda romperse a mazazos, mientras que uno de policarbonato de 12 milímetros lo resista”.
Violencia en la pandemia
Durante los meses de cierre por la pandemia de COVID-19, entre abril y junio del año pasado, muchos negocios de productos de lujo incrementaron su apuesta por la seguridad, pero donde más se notó fue en los domicilios.
“Curiosamente hubo más demanda en casa habitación que de empresas. Hubo un fenómeno muy raro porque la gente estaba más dentro de casa”, contó.
Además, el 28 de junio, muchos se estremecieron ante el atentado con armas largas contra el vehículo del secretario de Seguridad de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, que resultó fallido pero demostró la cruenta presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la capital mexicana.
Desde entonces, muchos clientes piden materiales que resistan a armas de calibre 50.
“Hemos notado que en ciertas áreas de corporativos que están en zonas muy alejadas, sí están pidiendo incrementar el nivel de riesgo como protección”, dijo Fausto Rivera.
Chalecos para civiles
Si bien hace una década un 90% de la demanda de chalecos antibalas era para policías y el resto para civiles, actualmente lo segundos representan ya el 30%.
Por ello, los chalecos han ido evolucionando de modo que son cada vez más ergonómicos y menos pesados, de unos tres kilos.
“Buscamos que la protección sea lo más confortable en el caso de un policía y lo más discreto en el caso de un civil”, dijo Ignacio Baca, presidente de la Comisión de Blindaje Corporal.
Los chalecos para civiles se diseñan sin que parezca que son blindados ya que “el atacante lo primero que va a buscar es disparar donde no haya protección”.
Estas prendas, que cuestan alrededor de US$ 400, tienen varias capas donde se enreda una bala de una Magnum 44 de tal manera que se siente “un muy fuerte golpe” pero no se perfora.
Los chalecos antibalas discretos son comunes entre funcionarios y políticos, especialmente en el actual período de campaña por las elecciones intermedias del próximo 6 de junio.
“Buscan siempre protección escondida o simulada. Sí hay ahora muchos políticos que los utilizan, en especial en estas fechas”, comentó Baca.
Desde setiembre del año pasado, han sido asesinados al menos 80 políticos, 32 de los cuales eran aspirantes o candidatos en los comicios locales.