Mario Draghi, quien preside el jueves su última reunión del Banco Central Europeo (BCE), ha contribuido a sacar a la zona euro de una crisis sin precedentes, pero su política del “dinero fácil” deja profundas divisiones.
No se espera decisión alguna en el cónclave del consejo de gobernadores de la institución monetaria. Será el momento de hacer balance de la gestión del italiano y de pasar el testigo. A finales de octubre le sucederá la francesa Christine Lagarde, primera mujer en ocupar este puesto de pilotaje de la zona euro.
Jack Allen-Reynolds, economista de Capital Economics, pronostica que no será “una celebración alegre de sus logros” porque la atención se centrará en “las crecientes divisiones en el consejo de los gobernadores”.
Las discrepancias sobre la política que conviene aplicar para atajar los problemas de la zona euro “han estallado en público”, afirma Dirk Schumacher, economista de Natixis.
Esta situación corre el riesgo de “socavar la eficacia del BCE”, añade, en un momento en el que la institución parece haber agotado sus posibilidades para respaldar la economía.
Euro salvado
Se le suele considerar un solitario que impone sus puntos de vista, pero lo cierto es que Mario Draghi ha salvado el euro en plena crisis de la deuda.
Pero pagó el precio de una política de dinero abundante y barato muy criticada en el norte de Europa, sobre todo en Alemania.
Sus detractores lo acusan de favorecer que los países con déficit presupuestario no se reformen y temen “burbujas especulativas”, como con los precios del sector inmobiliario que se han disparado. Además lamentan unos tipos de interés muy bajos porque incentivan el gasto y no el ahorro.
Asimismo ponen en duda su eficacia. Mario Draghi se va en un momento en el que el crecimiento en la zona euro se desacelera considerablemente después de cinco años favorables y 11 millones de empleos creados. El FMI bajó el jueves su previsión a 1.2% para este año y 1.4% para el 2020.
En ocho años bajo la batuta de Draghi, el BCE tomó medidas inimaginables cuando se creó el euro hace 20 años: bajada de los tipos de interés, inyección de liquidez a través de compras masivas de activos en los mercados y préstamos gigantescos a los bancos.
Conflicto interno
En setiembre estalló un conflicto sin precedentes sobre el dispositivo que se debía aplicar para subir la inflación.
La reanudación de un programa de compra de activos congelado en diciembre después de que hubiese costado 2,6 billones de euros generó tensiones que derivaron en críticas abiertas de Alemania, Holanda e incluso Francia contra la opción de Draghi.
Christine Lagarde llega por tanto en tiempos turbulentos. La pregunta es ¿será capaz de convencer a los distintos miembros de la institución directiva del BCE para actuar si la crisis en la zona euro empeora?
“Todo el mundo reconoce que los instrumentos monetarios son demasiado demandados”, afirma Bruno Cavalier, economista de Oddo BHF. “Pero, si es el caso, es porque los instrumentos presupuestarios (de los Estados) no lo son lo suficiente”, añade.
El problema es que los países con márgenes de maniobra presupuestarios, como Alemania, no quieren rasgarse más el bolsillo para apoyar la coyuntura.
El contexto no es favorable para Lagarde: el horizonte económico de la zona es sombrío por las tensiones comerciales internacionales y el Brexit, citado con frecuencia por Draghi como uno de los principales riesgos.