Las cadenas de cine rusas, enfrentadas a la mayor crisis del siglo XXI tras sobrevivir primero al bache de la pandemia del coronavirus y enfrentar ahora las sanciones occidentales por la incursión militar de Rusia en Ucrania, se resisten a naufragar y piden apoyo al Gobierno ruso.
Tras la retirada del mercado ruso de Walt Disney Company, Sony Pictures, Warner Bros, Paramount y Universal, en protesta por la contienda militar, la reducción de los estrenos puede conducir al cierre de cerca de la mitad de los cines rusos y provocar una caída de más del 80% de sus ganancias, según fuentes del sector.
El impacto inmediato del portazo de Hollywood podría ocasionar “el cierre de la mitad de las salas de cine en el país”, según el director general de las redes de cines “Fórmula Kino” y “Cinema Park”, Alexéi Vasiánin, citado por Interfax.
El empresario propuso que el gobierno lleve a cabo una purga y propicie el cierre masivo de parte de los cines en vez de evitarlo, a fin de “salvar” las salas más rentables y evitar el colapso total de las cadenas de cines.
“Necesitamos una purga. Para salvar el 50% que quede y continuar trabajando”, afirmó.
La presidenta de la red de cines KARO, Olga Zinyakova, citada por la agencia TASS, aseguró que trabaja “de un modo muy activo con los correspondientes ministerios” para lograr su apoyo a la industria. “Esperamos realmente que nos presenten algún formato de subsidios”, declaró.
Según la gerente de esta red, con 250 salas en 36 cines ubicados en las mayores ciudades de Rusia, KARO ha presentado al gobierno ruso las propuestas sobre los pasos necesarios para salvar esta rama de la industria del entretenimiento en el país.
Según Zinyakova, las sanciones marcaron una diferencia de las ganancias entre febrero y marzo del 2022 “del 50% en Moscú y hasta el 85% en otras regiones de Rusia”.
Los distribuidores y productores rusos ya han propuesto intentar salvar la situación con la reposición de filmes rusos de culto que marcaron hitos de recaudación en su momento, como los largometrajes “Hermano” y “Hermano 2″ del realizador Alexéi Balabánov, un paso que no lograría cubrir las pérdidas.
Además, las redes de distribución han estudiado la posibilidad de ampliar sus repertorios gracias a un incremento de los estrenos de Bollywood, una opción que tampoco salva la situación ya que está dirigida a un público reducido.
La directora de KARO defendió que el gobierno ruso debe procurar modificaciones en la actual legislación que flexibilicen las actuales normas y “ayuden a los cines a continuar funcionando”, pero sobre todo pidió más financiamiento en tiempos de crisis.
Una solicitud que no ha caído en saco roto. El primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, anunció a principios de mayo la inyección de 14,500 millones de rublos (más de US$ 227 millones) adicionales en la industria cinematográfica nacional.
“En el presupuesto federal está previsto apoyar este año el sector con más de 9,000 millones de rublos (US$ 141 millones)”, señaló en una reunión del gabinete de ministros.
Mishustin añadió que Rusia destinará “otros 5,500 millones de rublos (US$ 86.2 millones) a la producción de filmes nacionales, gracias a lo cual este año la industria cinematográfica recibirá más de 14,500 millones de rublos”.
“Esperamos que estas medidas permitirán iniciar la producción de decenas de nuevos proyectos, incluyendo largometrajes para el amplio público, para las familias, cine documental y cortometrajes”, señaló, al indicar que estos fondos impulsarán a los realizadores emergentes rusos.