Editorial de Bloomberg
Una propuesta del Grupo de los Siete de imponer un precio máximo a las compras de petróleo ruso es tan “lógica” que ha sido ridiculizada como si se tratara de un juego académico de salón. ¿Pueden los países más ricos del mundo realmente reducir los ingresos de Moscú al evitar el flujo del crudo hacia los mercados globales?
De hecho, la respuesta es probablemente “sí”. El plan tiene muchas fallas, pero es la opción menos mala del mundo para reducir la capacidad del presidente ruso, Vladímir Putin, de utilizar la energía como arma.
El problema que el G7 está tratando de resolver es bastante simple. Las sanciones impuestas a Rusia por su invasión a Ucrania, combinadas con medidas de represalia, han impulsado al alza los precios mundiales de la energía. Eso significa que incluso si Moscú vende menos al mundo desarrollado, está vendiendo más que suficiente a países aparentemente neutrales para mantener su maquinaria de guerra en marcha.
Sin embargo, cortar por completo las exportaciones de petróleo ruso —como amenaza con hacer el último paquete de sanciones de la UE en diciembre— aumentaría aún más los costos. En un mercado ajustado, el mundo no puede llenar el vacío que deja el crudo ruso, que representó cerca del 13% de las exportaciones mundiales en el 2021.
Un límite evita esa restricción. Permite que Rusia venda, pero solo a un nivel justo por encima de un precio de incentivo estimado. Por mucho que eso pueda irritar a Putin, según el argumento, Moscú depende demasiado de las rentas de los hidrocarburos como para simplemente cerrar los grifos.
Algunos problemas potenciales ya están claros. Putin ha dicho que el país “no proporcionará nada en absoluto si es contrario a nuestros intereses” y amenazó en cambio con “congelar la cola del lobo” (refiriéndose a un cuento de hadas ucraniano). Su voluntad de frenar las exportaciones de gas le da cierta credibilidad a dicha amenaza, al igual que la “movilización parcial” de hasta 300,000 reservistas que anunció.
Sigue anticipando que Rusia puede mantenerse firme durante más tiempo del que Europa puede mantenerse unida. Analistas de Goldman Sachs y otros lugares argumentan que Rusia puede soportar al menos un cierre temporal, ya que un límite puede resultar fácil de eludir y difícil de hacer cumplir. No menos importante, India y China no se unirán a ningún esquema de este tipo.
De todos modos, es lo correcto, y bien podría funcionar mejor de lo que prevén los críticos.
Primero que todo, pese a las bravatas de Putin, no será fácil simplemente dejar que el crudo fluya sin límites. El régimen depende en gran medida de las rentas petroleras. Incluso si Putin quiere anteponer sus objetivos imperiales —una opción que el G7 podría estar minimizando— quienes lo rodean pueden ver las cosas de manera diferente. Muchas autoridades ya están desconcertadas por los vergonzosos fracasos estratégicos de Moscú en Ucrania.
Además, existe el riesgo de que un recorte significativo en las exportaciones de petróleo se vuelva permanente en algunas regiones debido a la maduración de los campos y la salida de las empresas de servicios petroleros occidentales. Mientras tanto, las demandas sociales internas solo aumentan.
También está el tema de la logística. Rusia no tiene suficiente almacenamiento para hacer frente a la restricción a largo plazo, ni cuenta con los camiones cisterna para sortear una prohibición que corta los servicios occidentales. Eso no es un problema para China, pero deja atrapada a India, un comprador oportunista.
Más importante aún, incluso si India y China no se adhieren, el simple hecho de que exista un límite puede ayudar de todos modos. Aumentará los costos para Rusia, particularmente en transporte y seguros, y creará un nuevo apalancamiento para las naciones compradoras. En lugar de comenzar con el precio del crudo de los Urales, las conversaciones comenzarán mucho más cerca de los US$ 50 el barril, o donde sea que se establezca el tope.
Eso ya está sucediendo en India, donde se informa que Rusia promete descuentos aún mayores mientras compite por la participación de mercado. Moscú ha ofrecido petróleo a Indonesia a un precio un 30% por debajo de la tasa de mercado. Además, las empresas bien podrían cumplir con el límite aunque las naciones no lo hagan.
A medida que la guerra se prolonga y las economías mundiales se enfrían, el poder de negociación de Rusia solo disminuye. Los descuentos ya están reduciendo los ingresos por petróleo y gas. Vale la pena seguir cualquier paso que acelere ese proceso.