Gustavo Petro parte como el gran favorito para las presidenciales de mayo tras obtener un resultado contundente en las legislativas del domingo. (Juan Pablo Pino / AFP).
Gustavo Petro parte como el gran favorito para las presidenciales de mayo tras obtener un resultado contundente en las legislativas del domingo. (Juan Pablo Pino / AFP).

Como nunca antes la izquierda parece aproximarse al poder en Colombia. El senador y exguerrillero Gustavo Petro parte como el gran favorito para las presidenciales de mayo tras obtener un resultado contundente en las legislativas del domingo.

“El Pacto Histórico ha logrado el mejor resultado del progresismo en la historia de la República de Colombia”, se felicitó el dirigente de 61 años, favorito en todas las encuestas presidenciales.

La alianza de izquierdas que lidera fue la más votada junto a los conservadores en el Senado y pasó a ser la segunda fuerza en la cámara de diputados, detrás de los liberales, los partidos tradicionales en la política colombiana.

Además, con la mayor votación en las primarias, representará al “progresismo” en los comicios que decidirán el sucesor del impopular Iván Duque, quien por ley no podrá optar por la reelección al término de su mandato de cuatro años.

El auge de la izquierda contrasta con el desgaste electoral de la derecha en el poder. Un exguerrillero que combatió al Estado hasta 1990 para luego firmar la paz, llegar al Senado (2006), y saltar a la alcaldía de Bogotá (2011), podría terminar con una tradición de siglos.

Antes y después

Con 16 escaños en el Senado y 25 en la Cámara Baja, el Pacto Histórico se alzó con la victoria en las legislativas. El resultado “abre un antes y un después para la izquierda”, dijo Juan Carlos Rodríguez, del Observatorio de Democracia de la Universidad de Los Andes.

La coalición opositora cumplió “las expectativas de ser la consulta más votada”: 1.9 millones más que la centro-derecha, que eligió al exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez y 3.4 millones por encima del centro, que buscará el poder con el exgobernador Sergio Fajardo, afirmó Cristian Rojas, director de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.

Esto “realmente muestra un crecimiento contundente” para un sector político que, por cuenta del conflicto armado de seis décadas, ha sido asociado con las guerrillas de izquierda.

Ahora los parlamentarios “necesariamente tienen que hacer alianzas” para ser mayoría en un Congreso de 296 asientos, estimó Daniel García, profesor de la Universidad Nacional.

Sumando a los partidos de centro, los indígenas y los exguerrilleros de las FARC que firmaron la paz en el 2016 “de todas maneras quedan por debajo del 50%”, matizó.

Desgaste

El gobierno de Duque, que ronda el 70% de desaprobación, arrastró a la derecha al filo del abismo. Para el próximo periodo legislativo, que irá hasta el 2026, el gobernante Centro Democrático, hasta hoy la fuerza parlamentaria más influyente, tendrá el sol en la espalda con 30 congresistas, 21 menos que los conseguidos en el 2018.

Se trata de “un retroceso importante”, estima Rodríguez. “Son el partido de gobierno y tienen muy poco para mostrar”, ante los estragos económicos de la pandemia y el malestar social que salió a flote con las masivas protestas de los últimos años, duramente reprimidas.

Según Rojas, “es una derrota para Duque y es responsabilidad suya también por el desgaste de su gobierno”.

El Centro Democrático “pierde muchos votos en el Congreso, pero el golpe más contundente es que no es una opción para la presidencia en este momento”.

El influyente expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), impulsor de Duque y quien renunció al Senado por sus líos con la justicia por presunta manipulación de testigos, deberá decidir si apoya al poco carismático exministro Óscar Iván Zuluaga o se inclina por Federico Gutiérrez.

Los expertos coinciden en que los adversarios del actual senador y exalcalde de Bogotá se reorganizarán para evitar su victoria en mayo, cuando necesitará más del 50% de los votos para esquivar la segunda vuelta.

Conflicto en el pasado

Es “el primer año en muchas décadas donde el tema del conflicto y la paz no estaban en el centro del debate y esa era la gran cabeza de lanza” del Centro Democrático, explica Rodríguez.

Para el académico García, el discurso “de guerra y paz como se planteó hace cuatro años”, cuando la exguerrilla de las FARC acababa de dejar las armas, “definitivamente quedó subordinado a unas preocupaciones y unas realidades distintas”.

El electorado, en un 42% sumido en la pobreza, “busca salidas más claras y más nítidas de cambio” dejando atrás el conflicto entre grupos guerrilleros, paramilitares y agentes estatales que dejó nueve millones de víctimas, concluyó.

Así, el próximo round electoral será entre una izquierda cohesionada que promete profundas reformas económicas y sociales, y una derecha debilitada que a partir de este lunes buscará desesperadamente un salvavidas.