Ante unos precios cada vez más altos, los dueños de mascotas en el Reino Unido se enfrentan a duras decisiones a la hora de ofrecer los mejores tratamientos o una despedida digna a sus queridos animales de compañía.
“Tal y como están las cosas, el gas, la electricidad, el precio de la compra, los carburantes, todo es difícil”, reconoce David Mcauliffe, sentado junto a su pareja Julie Fielding en el cementerio de mascotas de Holywell, en el norte de Gales.
Mcauliffe y Fielding sobreviven con subsidios sociales. Cuando su perro Khan falleció, no tenían dinero para darle una despedida digna y recurrieron a un grupo de Facebook para financiar su incineración.
El grupo canaliza donaciones de sus miembros a familias que, de otro modo, no podrían permitirse cuidados veterinarios para sus mascotas u otros gastos como las cremaciones, cada vez más caras.
“Los perros dependen de nosotros para todo y hay que hacer lo necesario para ellos a fin de cuentas”, explica Mcauliffe.
La tasa de inflación en Reino Unido aumentó un 10.1% en julio y podría alcanzar el 13% en octubre, un ritmo sin precedentes desde hace 40 años.
El pienso para animales y las tarifas de los veterinarios han subido, lo mismo que el de las cremaciones, debido al encarecimiento de los hidrocarburos.
“Una incineración privada individual es cuando una mascota es cremada sola, con lo que los restos pueden ser devueltos a la familia para esparcirlos, enterrarlos o guardarlos en casa”, dice Jason Ward, director general del cementerio.
El precio del servicio depende del tamaño del animal, pero puede alcanzar las 200 libras (US$ 240) para un perro de talla mediana.
Si no, el cuerpo puede ser desechado con el de otras mascotas. “A menudo se recogen en grandes vehículos de las consultas veterinarias con sus residuos clínicos y otros flujos para llevarlos a un centro de eliminación”, afirma.
La sociedad británica ama los animales de compañía y este cariño no ha hecho más que aumentar durante los confinamientos por la pandemia, donde las mascotas a menudo se erigieron como la única compañía de muchos.
“Miembros de la familia”
Este fuerte vínculo se demuestra en el cementerio, donde muchas parcelas sirven de lugar de descanso para las mascotas y para sus dueños.
Los restos de la madre de David y la hermana de Julie reposan junto a Khan y su perro anterior Flash. “Cuando llegue el momento, aquí es donde queremos descansar”, asegura la pareja.
La incineración no es el único gasto que se ha encarecido, el veterinario también.
La pareja, que ahora tiene a la pareja canina Tyler y Sky, han visto como el seguro de mascotas y otros costes crecen cada año.
“Hagas reclamaciones o no, la póliza aumenta cada año”, protesta David, que pide la intervención del gobierno.
“Esto puede ser un problema, especialmente cuando solo recibes ayudas sociales”, añade.
Normalmente es en la vejez que los animales necesitan más cuidados veterinarios, un coste luego rematado por el precio del entierro. Algunos no tienen otra opción que renunciar a una despedida digna.
Perros, gatos y otras mascotas “son miembros de la familia, contribuyen enormemente a nuestro bienestar, y durante la pandemia todo el mundo ha pasado más tiempo con los animales”, señala Ward.
“Entonces, cuando llega el momento de la muerte y los propietarios no pueden decir adiós dignamente, es otro motivo de aflicción”, añade.