La deforestación de la Amazonía de Brasil batió un récord en el primer semestre del año con 3,987 kilómetros de vegetación devastada, un 10.6 % más que el mismo período del 2021, y un área equivalente a 483 canchas de fútbol, informó el gobierno brasileño.
Solo en junio fueron destruidos 1,120 kilómetros cuadrados de vegetación nativa en esa región del país, un 5.5% más que en el mismo mes del año pasado, y también una nueva marca para el mes en el gigante suramericano.
Se trata de las tasas más altas -para el mes y para el semestre- registradas desde el 2016, cuando comenzó a realizarse la medición, según las alertas de deforestación divulgadas por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe).
Los datos corresponden al Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonía Legal en Tiempo Real (Deter) que, con base en imágenes satelitales, ofrece alertas anticipadas sobre las áreas que están siendo deforestadas en la Amazonía.
Este sistema capta las alarmas sobre deforestación mensualmente en Brasil y difiere del Prodes, que con una técnica más sofisticada obtiene información más detallada, pero que solo emite anualmente, entre agosto y julio del año siguiente, considerado el período de referencia para la medición de la devastación en el país.
No obstante, las cifras comienzan a preocupar ya que la tendencia muestra que la deforestación de la selva crecerá por cuarto año consecutivo, algo que los ecologistas achacan a la falta de controles y fiscalización del gobierno de Jair Bolsonaro para frenar las actividades que acaban con la selva, como la minería ilegal o el comercio ilícito de madera.
El mandatario brasileño defiende la explotación de los recursos naturales de la Amazonía, incluso en reservas indígenas donde es prohibido por ley.
Desde que el líder ultraderechista llegó al poder, el 1 de enero del 2019, los índices de devastación en la selva han aumentado un 73% hasta los 13,038 kilómetros cuadrados el año pasado.
En el 2018, un año antes de que Bolsonaro asumiera como presidente, fueron arrasados 7,536 kilómetros de selva.
La más extensa selva tropical del planeta concentra el 72% de la extracción minera de Brasil -en su mayoría ilegal- y el 99% de la madera comercializada por el país es extraída ilegalmente de la Amazonía.