Colores más claros, figuras geométricas modernas, dimensiones más pequeñas, precios más económicos... las alfombras persas están mudando de piel para adaptarse a un mercado en plena transformación y donde la competencia de China, India o Turquía se ha vuelto ruda.
Tras dos años de pausa a causa de la pandemia, Teherán ha vuelto a celebrar su exposición anual de alfombras, con 400 expositores de todo el país.
Ahad Azimzadeh, que se presenta como “el mayor exportador de alfombras persas del mundo”, tiene claro que la nota dominante es una transformación de fondo de este arte milenario.
“Se está produciendo una revolución”, asegura este hombre de 65 años.
“Claro que las alfombras tradicionales tienen su clientela”, con sus motivos florales y sus grandes dimensiones, “pero el futuro pertenece a los tapices modernos hechos a mano”, dice ante un ejemplar de 3 m2 en el que aparecen representadas 102 personalidades como Charlie Chaplin, Stalin o Einstein.
La pieza necesitó cinco años de elaboración, y se vende a unos 90.000 dólares. A título de comparación, una alfombra fabricada en Tabriz de 2.000 m2 se vende a 120 millones de dólares, y otra de Kashan de seda y de 170 años de antigüedad se vende a 160,000 USD.
“Los motivos clásicos de la alfombra persa son milenarios, pero hoy en día hay una fuerte demanda de formas contemporáneas, más apropiadas para las casas modernas”, dice. “La nueva generación quiere colores más claros y tamaños más pequeños”.
- “Cambio de mentalidad” -
Las alfombras persas siguen siendo muy apreciadas, pero las ventas han caído vertiginosamente en 30 años, en parte por la competencia de India y China.
“En 1994, las ventas de alfombras iraníes en el extranjero ascendían a 1,700 millones de dólares, y representaban el 40% de nuestras exportaciones no petroleras”, afirma a AFP Ahmad Karimi Esfahani, jefe de la unión de fabricantes y exportadores de alfombras elaboradas a mano.
En 2021-2022, las ventas en el extranjero se limitaron a 64 millones de dólares, según el Centro Nacional de la Alfombra de Irán.
Karimi explica que “seguramente” han influido las sanciones occidentales relacionadas con el programa nuclear iraní. Aunque la caída “se explica sobre todo por la gran diversidad de alfombras que hay en el mercado, y el cambio de mentalidad y de gusto de las nuevas generaciones”.
“La gente de ahora ve la alfombra como un bien de consumo que se pone delante de la puerta, mientras que antes era una inversión. La alfombra representaba un capital para el futuro. Ha perdido ya su estatus de objeto de arte”, lamenta.
- “Una moda” -
Abas Arsin representa la tercera generación de negociantes, y creó hace 25 años lo que denomina “alfombra de transición”. Su concepto consiste en rebajar los tradicionales colores vivos, frotándolos y exponiéndolos al sol.
“Cuando empecé con esa técnica, mi padre y mi hermano mayor no entendían lo que estaba haciendo. Pero cuando expuse mis primeras piezas y la clientela respondió favorablemente, me dijeron que no hiciera ya otra cosa”, cuenta con una sonrisa este hombre de 40 años.
Según él, India, Pakistán, Turquía y China han adelantado a Irán en el mercado internacional de las alfombras porque “nosotros los iraníes hemos tenido menos relaciones con el resto del mundo, y no hemos visto llegar los cambios”.
Una “revolución”, la de las alfombras, que dista no obstante de contar con un apoyo unánime.
“Es una moda, y como tal desaparecerá”, dice sentencioso Hamid Sayahfar, un negociante de 54 años que vive entre Teherán y Toronto. Y es que según él, las alfombras modernas “tal vez están bien para decorar oficinas, pero no una casa”.