“Se acabó la hiperinflación, pero habrá sido en su casa”, dice Humberto Reco en un mercado popular de Caracas, sin esperar que los precios dejen de subir sin control como lo han hecho en los últimos cuatro años.
Este pensionado de 75 años resiente en su delgado cuerpo que Venezuela siga siendo el país con la inflación más alta del mundo.
En el 2021, el índice cerró en 686.4%, según el Banco Central de Venezuela (BCV): menos de 50% mensual, con lo que, según el concepto tradicional, cierra un ciclo hiperinflacionario que comenzó en el 2017.
Pero Reco cree más en precios que en indicadores. “En líneas generales, yo mejoras, realmente, no veo”, reafirma en los pasillos del mercado municipal de Chacao.
Venezuela cerró el 2017 con una inflación de 862%, que se disparó un año después a 130,000%. En el 2019 fue de 9,585% y en el 2020 de casi 3,000%.
Según el concepto tradicional del estadounidense Philip Cagan, de 1956, Venezuela sale de la hiperinflación porque registró durante 12 meses una cifra mensual por debajo de 50%.
No obstante, según la visión de los también economistas estadounidenses Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, del 2011, aún faltaría “un poquito” pues su parámetro es el de una tasa anualizada por debajo del 500%, explica el economista y profesor de la Universidad Metropolitana Hermes Pérez.
“Sigue siendo el dato más elevado del mundo”, insiste el experto. “Si nosotros agarramos la inflación del 2021, si la comparamos con Latinoamérica”, con cifras que no exceden los dos dígitos, “sigue siendo por mucho... la más elevada”.
La dolarización de facto que desplazó al devaluado bolívar local, y que es producto de la propia hiperinflación, contribuyó a la caída del indicador. También la reducción del déficit fiscal y la estabilidad de la tasa de cambio tras la flexibilización en el 2018 de los férreos controles, pero economistas coinciden en que hacen falta reformas más profundas para ver más avance.
Pérez, que fue jefe de la mesa de cambio del BCV, señala que el ente debe dejar de emitir dinero para financiar a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), que atraviesa desde hace años precarias condiciones.
Los analistas estiman que Venezuela puede cerrar el 2022 con una inflación de entre 120% y 300%.
“Inflación en dólares”
La desaceleración no es palpable para el ciudadano común. Reco se queja, incluso, de que ya “ni siquiera” lo poco que tiene en divisa le alcanza. Habla de “inflación en dólares”.
El economista y director de la consultora Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, estima que Venezuela registra aumentos de precios en dólares superiores a los estándares internacionales.
La firma asegura que los costos en divisas subieron 40% en el 2021, respecto al 2020.
“La gente dice que cada día la cosa está más apretada, yo digo: ‘no, cada minuto, [está] rudo... con R mayúscula”, asegura Manuel Quijada, un vendedor de hortalizas de 67 años, que asegura sube sus precios semanalmente.
Algunos en el mercado de Chacao dicen que los suben todos los días; otros, dependiendo de la temporada. El alza varía de puesto en puesto.
A pesar de todo, Marina Dusei (62) siente que puede organizar mejor su presupuesto, sobre todo con la estabilidad que ha mantenido el valor del dólar, entre 4.5 y 5 bolívares, en los últimos seis meses.
Anteriormente podía dispararse en cuestión de horas.
“Ya no salimos a comprar lo que nos gusta sino lo que nos hace falta”, señala esta mujer, que asegura que sus ingresos son insuficientes para la compra.
De cualquier forma, ve la situación un poco mejor que hace tres años, cuando en medio de la hiperinflación, la escasez era rampante. “Pienso que podemos seguir mejorando”, dice con optimismo.