La deforestación del año pasado alcanzó el nivel más alto desde el 2015 en el Cerrado de Brasil, lo que llevó a los científicos a hacer sonar las alarmas sobre el estado de la sabana más rica en especies del mundo y un importante sumidero de carbono que ayuda a evitar el cambio climático.
El Cerrado, la mayor sabana del mundo que se extiende por varios estados de Brasil, a menudo se denomina un bosque al revés debido a las profundas raíces que sus plantas hunden en el suelo para sobrevivir a las sequías e incendios estacionales.
La destrucción de estos árboles, hierbas y otras plantas en el Cerrado es una importante fuente de emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil, aunque su densidad forestal es mucho menor que la de la más famosa selva amazónica con la que limita.
La deforestación y otros desmontes de vegetación autóctona en el Cerrado aumentaron un 8% hasta los 8,531 kilómetros cuadrados en los 12 meses a julio, período oficial de Brasil para medir la deforestación, según la agencia nacional de investigación espacial Inpe.
Esto es más de 10 veces la superficie de la ciudad de Nueva York, de 783,84 kilómetros cuadrados.
“Es extremadamente preocupante”, dijo Mercedes Bustamante, ecologista de la Universidad de Brasilia. Bustamante también criticó la falta de transparencia del gobierno por anunciar los datos de deforestación en la víspera de Año Nuevo.
La destrucción añadida es especialmente preocupante, según los científicos, si se tiene en cuenta que alrededor de la mitad del Cerrado ha sido destruido desde la década de 1970, sobre todo para la agricultura y la ganadería.
“Se están transformando miles de kilómetros cuadrados anualmente”, indicó Manuel Ferreira, geógrafo de la Universidad Federal de Goias. “Pocos otros lugares del planeta han visto una transformación tan rápida”.
Ferreira afirmó que regularmente se descubren nuevas especies de plantas y animales en el Cerrado y que muchas probablemente están siendo erradicadas antes de poder ser estudiadas.
Tras caer desde los máximos de inicios de la década del 2000, la deforestación en el Cerrado ha crecido de nuevo desde que el presidente derechista Jair Bolsonaro asumió el cargo en el 2019, pidiendo más agricultura y desarrollo en ecosistemas sensibles.
Bustamante y otros científicos culpan a Bolsonaro de fomentar la deforestación con su retórica a favor del desarrollo y de hacer retroceder la aplicación de las leyes ambientales.
La oficina de Bolsonaro no respondió inmediatamente a la solicitud de comentarios. Anteriormente ha defendido sus políticas como un medio para sacar al interior del país de la pobreza y señaló que Brasil ha preservado mucho más de su territorio que Europa o Estados Unidos.
“La deforestación es el indicador más desnudo y crudo de la terrible política medioambiental de este gobierno”, señaló Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia, una organización sin fines de lucro.