Tras haber trazado un claro plan de batalla contra la inflación, las autoridades de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos ahora deben lidiar con nuevas señales de que el COVID-19 está desacelerando la economía, así como con mercados que se aprestan a endurecer las condiciones financieras más rápido de lo que prevé el banco central.
La combinación de datos económicos que empujan en una dirección e inversores en otra podría hacer que la reunión de la Fed de la próxima semana sea inesperadamente compleja, ya que las autoridades de política monetaria intentan equilibrar la incertidumbre sobre la crisis de salud con mercados que se ajustan rápidamente en torno a las proyecciones de una posición más agresiva ante la inflación.
El banco central ha sido claro en que las tasas de interés aumentarán este año -en su reunión de diciembre, todos los funcionarios esperaban al menos un aumento de tasas y la mitad preveía tres- y que también reduciría su volumen de activos de 9 billones de dólares como un segundo medio para endurecer la política monetaria.
En las últimas semanas, hubo una percepción de que la Fed podría utilizar su reunión de la próxima semana para afinar el mensaje de un posible aumento inicial de la tasa de interés en marzo, junto una reducción de la hoja de balance para más adelante en el año. Pero el escenario parece estar cambiando y los riesgos son otros.
Datos recientes sobre los gastos minoristas fueron decepcionantes, las mediciones en tiempo real de la actividad económica han disminuido y la contratación puede haber caído, en respuesta a la ola masiva de infecciones de coronavirus impulsadas por la variante ómicron.
Es posible que el ritmo diario de infecciones ahora se esté desacelerando, pero aún persisten otros riesgos para la recuperación, incluida una caída en el gasto del Gobierno federal que ha ayudado a respaldar los ingresos disponibles para las familias durante la pandemia.
Los datos del proveedor de nóminas UKG mostraron que el trabajo por turnos disminuyó un 5% en la semana que finalizó el 16 de enero en comparación con la semana anterior, una señal de que las infecciones por coronavirus pueden producir otro informe de empleo decepcionante en enero tras el crecimiento de apenas 199,000 posiciones en diciembre.
“La recuperación se debilitó un poco más” a principios de año, con indicadores de empleo por debajo de donde estaban antes de las vacaciones, dijo el economista de Oxford Economics Oren Klachkin, con el brote de ómicron “arrastrando el empleo”. El índice de recuperación de la empresa llegó a 100 en octubre antes de caer en las últimas semanas.
Las autoridades de la Fed tienen la esperanza de que el lastre de la pandemia en la economía se alivie pronto, pero tendrán que vivir con dudas hasta que quede claro que la variante ómicron disminuirá en Estados Unidos tan rápido como lo hizo en Sudáfrica y como parece estar ocurriendo en otros lugares del mundo.
La Fed está tratando las señales de crecimiento lento “como temporales, debido enteramente a las interrupciones relacionadas con ómicron”, escribió el economista jefe de Natixis, Joseph Lavorgna.
“Esto sería un error. Habrá un endurecimiento histórico de las condiciones fiscales este año. El aumento de las tasas de interés durante una desaceleración del crecimiento eleva los riesgos” de que la política de la Fed debilite aún más la economía y tal vez desencadene una recesión.
El zumbido de los mercados
En la reunión de la próxima semana, el desafío es reconocer los riesgos económicos del virus sin disminuir el compromiso de combatir la inflación o, por el contrario, mostrarse tan preocupado por los precios que como para llevar a los inversores a esperar políticas aún más estrictas.
Los inversores, hasta ahora, han aceptado el consenso de la Fed sobre las alzas de las tasas y lo han seguido.
Los mercados de futuros de tasas de interés reflejan fuertes probabilidades de hasta cinco aumentos de tasas este año de un cuarto de punto porcentual cada uno, y los costos de endeudamiento del mundo real para los consumidores que buscan comprar una casa, las empresas que buscan recaudar capital e incluso el gobierno de Estados Unidos se han disparado.
Como consecuencia, las acciones estadounidenses han caído considerablemente desde principios de año debido a que los inversionistas temen que las tasas más altas afectarán a los títulos de las tecnológicas y los papeles vinculados al crecimiento.
Los mercados están llenos de rumores de que el banco central podría hacer historia con su primer aumento de la tasa de medio punto en más de 20 años y está lleno de especulaciones respecto a que comenzará a agotar su hoja de balance más rápido de lo previsto y endurecerá las condiciones crediticias en otro nivel.
Incluso las autoridades de la Fed más preocupadas por la inflación saben que hay límites a la rapidez con la que el banco central puede moverse sin correr el riesgo de una reacción violenta en los mercados financieros, lo que podría ralentizar el gasto y la contratación más de lo deseado.
Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que la Fed aumente las tasas en medio punto porcentual en marzo como una especie de tratamiento de choque contra la inflación, el gobernador de la Fed Chris Waller dijo que no había ánimo para eso.
“No hemos preparado a los mercados para nada tan dramático”, manifestó Waller a Bloomberg TV la semana pasada.
Pero la Fed se encuentra en una situación a la que no se ha enfrentado durante mucho tiempo, si es que alguna vez lo ha hecho, ya que intenta reducir la inflación en un entorno en el que las cadenas de suministro globales pueden sufrir un desajuste prolongado, alimentando precios más altos a través de un canal más allá de la influencia del banco central.