Fumio Kishida obtuvo el cargo de primer ministro de Japón, en gran parte, porque quienes conocían el partido gobernante lo vieron como una opción segura. Para tener alguna posibilidad de éxito, tendrá que sorprenderlos.
Kishida debe su posición a los altos miembros del Partido Liberal Democrático que lo eligieron líder del partido por sobre un rival más popular. Está actuando con cautela antes de las elecciones parlamentarias que se celebrarán a finales de este mes. Ha sido prudente con sus planes económicos y ha ofrecido más estímulos fiscales y promesas vagas para impulsar los salarios y redistribuir los ingresos. Esta moderación puede ser lo que esperan sus seguidores, pero no es lo que el país necesita.
Kishida no puede hacer frente a los desafíos del país con limosnas y medias tintas. Japón se encuentra en el eje de nuevas tensiones geopolíticas que involucran a China, Taiwán y Corea del Norte. Su población sigue envejeciendo y reduciéndose a un ritmo alarmante. (El Fondo Monetario Internacional ha estimado que las presiones demográficas podrían reducir el PIB en más de un 25% durante los próximos 40 años). Años de estímulo fiscal y monetario aún no logran llevar la inflación al objetivo del 2% del Banco de Japón. Las limitadas reformas estructurales iniciadas bajo el mandado del ex primer ministro Shinzo Abe han contribuido poco a mejorar la débil productividad nipona.
Los votantes japoneses parecen reconocer todo esto. Respaldaron a Abe, el primer ministro que ha permanecido por más tiempo en el cargo en Japón desde la posguerra, menos por propuestas políticas específicas que por su ambición de revitalizar el país. Incluso después de algunos errores económicos, Abe obtuvo el crédito por elevar el perfil de Japón. La timidez de Kishida significa que se dirige a las elecciones con el índice de aprobación más bajo para un nuevo líder japonés desde la crisis financiera de 2008. Se arriesga a convertirse en otro primer ministro interino.
El mandato de Abe deja muchos asuntos inconclusos. Además de aumentar los salarios, Kishida debería instar reformas laborales fundamentales: reducir la brecha entre los trabajadores regulares y los subcontratados, facilitar que las mujeres tengan carreras satisfactorias y que los empleados de más edad continúen trabajando, y ampliar las opciones para que trabajadores extranjeros vayan a Japón. Además de digitalizar una burocracia osificada, debería buscar nuevas formas de reducir la burocracia y promover las nuevas empresas. Y necesita acelerar los esfuerzos para mejorar el Gobierno corporativo. La redistribución irá mejor si primero estimula un crecimiento más rápido.
Vale la pena preservar y desarrollar una parte del legado de Abe: Kishida debe adoptar la nueva postura de confianza de Japón en su región y más allá. El Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, también conocido como Quad y que está compuesto por Japón, Estados Unidos, India y Australia, ha comenzado a imponerse en áreas que van desde la producción de vacunas hasta la infraestructura y la seguridad de la cadena de suministro. Se requerirá un fuerte liderazgo japonés para que estas y otras iniciativas tengan éxito.
Kishida debería mejorar las capacidades de los misiles de Japón y coordinarse estrechamente con EE.UU. para disuadir la invasión china a Taiwán y a las islas Senkaku. Debería insistir en que el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico mantenga sus altos estándares frente al intento de China de unirse. Con sus ventajas en tecnología y finanzas verdes, un Japón liderado por Kishida puede ser un líder en temas sobre el cambio climático, no un rezagado.
Lo que realmente pueda lograr dependerá del desempeño del Partido Liberal Democrático en las futuras elecciones parlamentarias, pero no es demasiado pronto para establecer prioridades y anunciar su ambición. Un Japón fuerte es importante para el mundo, como defensor de los estándares abiertos y valores liberales, como un contrapeso diplomático y financiero de China y como motor de la economía global. Se merece un líder que acepte esta responsabilidad y pueda ver qué es lo que se necesita para cumplirla.