América Latina debe abandonar su visión fatalista del futuro, combatir la desigualdad, invertir en educación y aprovechar las oportunidades que surgen en medio de las crisis para poder progresar, afirma el expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno.
Moreno, que estuvo 15 años al frente del BID, habló en una entrevista con Efe de su libro “¡Vamos!”, en el que consigna “siete ideas audaces para una América Latina más próspera, justa y feliz”, publicado por Penguin bajo el sello Debate y que presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo).
“Yo creo que uno de los grandes problemas que tenemos en Latinoamérica es que tenemos como esta cosa casi que fatalista, la teoría del fracaso”, afirma, y explica que aunque “eso se vuelve lo intelectualmente atractivo”, con su libro busca dar una “visión positiva” de la región a pesar de los problemas.
El primero de ellos es la desigualdad, “el problema más grave que afecta a nuestra región”, y que ha servido de excusa a caudillos y grupos armados para cometer atrocidades “en nombre de la eliminación de la brecha entre ricos y pobres”.
Problema ignorado
En su libro, Moreno dedica varias páginas al estallido social que sacudió a Chile en el 2019 y se propagó a otros países, como Colombia o Ecuador, un acontecimiento que “demostró que no podíamos ignorar el problema (la desigualdad) durante más tiempo”.
“Una de las grandes cosas que siempre pasan en los temas complejos es que a veces no les dedicamos suficiente tiempo”, afirma en una reflexión sobre el descuido con la desigualdad, acentuada por la pandemia.
Sin embargo, opina que hay que ser optimistas pues en América Latina “tenemos una coyuntura especial” que se refleja en avances sociales sin que ello implique que todo está bien.
“Hoy en día somos una región que mal que bien ha avanzado muchísimo, que ha podido reducir la pobreza y tenemos que ser capaces de crear mayores consensos para atender las grandes reformas que tenemos todavía por delante”, afirma.
Viejos males
Moreno, que también fue siete años fue embajador de Colombia en Washington y ministro de Desarrollo, habla del regreso de viejos problemas, como la inflación y la creciente criminalidad, y señala que hay inversores a los que les preocupa que lleven a la región a otra “década perdida”, como la de los ochenta.
“Vivimos una coyuntura difícil, pero creo que también ofrece oportunidades a América Latina”, dice al explicar que “esta nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China”, y de otro lado, la guerra de Rusia en Ucrania, están causando efectos en el comercio, en el suministro mundial de energía y de otras materias primas.
Por un lado, explica, “toda la matriz energética europea va a tener que cambiar y sobre todo, cambiar el origen de la misma porque Rusia jugaba un papel muy importante”, y eso abre posibilidades para Latinoamérica.
“Ucrania y Rusia producen prácticamente el 15% de los granos del mundo y una parte muy importante de los abonos, y eso va a tener efectos en todos los productos agroalimentarios. Yo tengo mucho miedo de que vamos a ver hambrunas como las que no hemos visto en mucho tiempo”, advierte.
Mar de oportunidades
Por eso está convencido de que América Latina no debe dejar pasar esta nueva oportunidad de ampliar su espacio en el comercio internacional en el que tan solo tiene una participación de 5%.
“Yo sí creo que tenemos una gran oportunidad en América Latina porque las grandes empresas del mundo van a tener que cambiar la dependencia que tenían de sus cadenas de valor que venían sobre todo de China, mirar otras geografías y mirar claramente cómo pueden producir en su país y lo que no, en países como los nuestros”, afirma.
En ese sentido considera “que naturalmente el país que más se debería beneficiar de esto es México por su cercanía a Estados Unidos” y que Colombia “tiene una posición privilegiada por su capacidad minero-energética, por el talento de su fuerza laboral y por su situación geográfica”.
“Lo que tenemos es que ver qué podemos hacer en manufactura, que es la que realmente genera empleo y empleos de calidad, y ahí prácticamente hemos estado estancados mucho tiempo”, y fomentar “las llamadas aptitudes del siglo XXI” para que la fuerza laboral esté conectada “con las necesidades del mercado”.
En este punto subraya la importancia de la educación, que “es central para cualquier salida de la pobreza y sobre todo para conseguir mejores empleos”.
Elegir presidentes predecibles
También lo es elegir gobernantes confiables, que no sean protagonistas sino “modestos creadores de consenso, individuos que valoran el pragmatismo por encima de la ideología”, señala en su libro.
“Es mejor que tener gobiernos predecibles porque cuando no los hay, el capital que es tan central para la generación de empleo, es muy cobarde. El capital, cuando ve cualquier incertidumbre sale corriendo, y nosotros somos países que dependemos de importar capital porque no tenemos el ahorro que tienen los países industrializados”, afirma.
Moreno, retirado hace dos años de la vida pública, pero con una intensa actividad empresarial, recomienda mirar siempre hacia adelante pues “la historia lo que nos muestra es que los países que miran siempre hacia atrás, que quieren corregir el pasado pierden la oportunidad de mirar el futuro”.