La artista y activista cubana Tania Bruguera cree que “la revolución se ha convertido en un ‘bluff’”, con todos sus “mitos” por los suelos, y está segura de que pronto las calles de Cuba van a llenarse de nuevo de gente protestando.
Bruguera fue una de las oradoras centrales de la segunda y última jornada del Oslo Freedom Forum, que por primera vez se celebró en Miami, y habló del 11 de julio, “lo que hoy tiene importancia”.
En la conversación reveló que, antes de salir de Cuba, tuvo participación en la liberación del artista Hamlet Lavastida y en la de otros presos, lo que, a su juicio, es una muestra del “peso” que ha cobrado la sociedad civil después de las protestas del 11 de julio, respondidas con represión y violencia por la dictadura comunista.
Según cuenta, la seguridad del Estado quería que saliera de Cuba a toda costa y hasta propuso conseguirle un pasaje aéreo.
Activistas liberando a activistas
Cuando vio llegado el momento, hizo saber que estaba dispuesta a irse a cambio de que liberaran a personas de una lista de opositores cuyo número no reveló y 24 salieron libres, entre ellos Lavastida y “todos los menores detenidos” en las protestas de julio, aunque no fueron todos los que pedían.
Luis Manuel Alcántara y Mikel Osorbo, dos artistas del Movimiento San Isidro, están entre los que su liberación no fue aceptada.
“Es una de las primeras veces en la historia de Cuba que un activista es la persona que lleva las negociaciones de la liberación de otro activista, normalmente eso se hace de gobierno a gobierno, pero nosotros (la disidencia) fuimos los intermediarios”, destacó.
La artista, famosa por sus performances extremos, salió de Cuba el 17 de agosto y, tras pasar por Alemania, llegó a Miami, donde, según dice, está hablando con “muchas personas”, pues está convencida de que es vital que los exiliados y emigrados se sumen al proyecto de los que luchan desde dentro de la isla por un cambio.
Llamado a cubanos de afuera
“Se que es difícil lo que voy a decir y no es popular, ha llegado el momento de que se unan”, señala Bruguera, quien subraya que al igual que han hecho los grupos opositores, desde los radicales a los más “tibios”, dentro de Cuba, hay que llegar a “dos o tres puntos de coincidencia” con los cubanos de afuera, no sólo de Miami.
En este punto subraya que le gustaría que muchos cubanos de Miami pudieran participar en las protestas anunciadas en Cuba para el 20 de noviembre, aunque sabe que “es difícil”.
Las protestas han sido convocadas por Archipiélago, el nuevo grupo creado para aglutinar a los artistas que se levantaron el 27 de noviembre del 2020 contra una ley de censura y otras personas que no pertenecen al mundo del arte.
Según Bruguera, que va a realizar un proyecto de cuatro años en la Universidad de Harvard (EE.UU.), a pesar de que el gobierno ha advertido de que no tolerará las manifestaciones, la gente va a volver a salir a las calles.
El régimen va a “perder” de cualquier manera: si las permite porque cede y si las reprime porque va a demostrar que es dictatorial y además inconstitucional, subraya.
Una historia personal difícil
Según cuenta, su padre fue fundador de la Seguridad del Estado y viceministro y en 1994 llevó a su propia hija a un interrogatorio, porque estaba haciendo unos periódicos artísticos que no eran acordes con la revolución.
“Yo aprendí lo que era sentirse desprotegida, que en una persona mandara más la ideología y su posición política que su propia familia”, dice.
Bruguera vivió de niña con su familia en el extranjero y creía que “Cuba era lo más maravilloso del mundo”, porque le contaban una “historia que no era real”, pero cuando se instalaron en Cuba se dio cuenta de “todas las mentiras” y empezó a cuestionar a su padre.
Hoy, dice, la revolución, que en realidad sólo lo fue hasta cinco o seis años después de 1959 y luego fue una dictadura, es un “bluff”, un engaño, porque “se la pasan pretendiendo que hacen lo que no pueden hacer”.
“El problema es que no existe la revolución, no existe. La gente lo tiene que aprender, se le han caído los mitos: el mito de la educación se ha caído, el mito de la salud se ha caído, el de que los disidentes eran unos poquillos, el de que le pagaban a la gente para protestar”, enumera.
Al Gobierno “ya no le quedan mitos para disimular la represión”, subraya Bruguera, quien cree que al mismo tiempo la sociedad civil cubana ha alcanzado una “madurez” después del 11 de julio que asusta a los que gobiernan en Cuba.
Para la artista, los rumores de una nueva “primavera negra”, con juicios especiales a los opositores y destierros como en la década de los noventa, son sólo un “fantasma” que agitan desde el régimen.
La posibilidad de que haya una salida masiva de cubanos una vez que reabran las fronteras cerradas por el COVID-19, sí es real, porque la gente en Cuba vive una “situación insostenible”.
Cuando se le pide que se defina Bruguera dice: “yo soy una cubana que no me gusta la injusticia de ningún tipo y que no me quedo callada”.