El proyecto de ley para imponer en Francia un certificado de vacunación para muchas actividades sociales, que inicia su tramitación en el Senado la próxima semana, ha pasado a monopolizar la campaña de las elecciones presidenciales de abril con la diatriba de Emmanuel Macron contra los no vacunados.
Las polémicas palabras de Macron del martes, que se entienden en clave electoral, encendieron el debate que había empezado un día antes en la Asamblea Nacional sobre un proyecto de ley que fue adoptado en primera lectura el jueves con los votos de 214 diputados a favor, 93 en contra y 27 abstenciones.
El jefe del Estado desató una tormenta política al avisar, en un tono muy coloquial y directo durante una entrevista con lectores del diario Le Parisien, de que su intención era “fastidiar” o “joder” a los no vacunados, que son las posibles traducciones del verbo que él utilizó, “emmerder”.
Cargó así contra los refractarios de la vacuna porque “cuando mi libertad viene a amenazar la de los demás, me convierto en un irresponsable. Y un irresponsable ya no es un ciudadano”, dijo.
Las críticas le llovieron de forma casi inmediata desde toda la oposición política. Pero Macron, lejos de dar marcha atrás, se reafirmó en su argumentación el viernes cuando compareció junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para explicar el semestre de presidencia francesa de la UE.
Más allá de señalar que era consciente de haber utilizado expresiones “coloquiales”, insistió entonces en que la verdadera fractura la están provocando los que “hacen un eslogan de una libertad que se convierte en irresponsabilidad”.
Una polémica que no le perjudica en los sondeos
La polémica no parece haber dañado las perspectivas electorales del presidente, a la vista de una primera encuesta realizada a posteriori por el instituto demoscópico Ipsos y publicada este sábado, que incluso refuerza su posición de favorito. Sus intenciones de voto suben un punto respecto a otro sondeo del mismo instituto en diciembre.
Recibiría un 25.5-26% de los sufragios en la primera vuelta, muy por delante de los tres candidatos con posibilidades para calificarse para la segunda: la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen (17%), la pretendiente del partido conservador Los Republicanos, Valérie Pécresse (16%), y el intelectual ultraderechista Éric Zemmour (12%).
En una posible segunda vuelta, su victoria sería clara tanto frente a Pécresse (55%-45%) como frente a Le Pen (58%-42%).
Según el director general de Ipsos, Brice Tenturier, la declaración de guerra de Macron contra los no vacunados “solidifica su electorado”.
La maniobra dialéctica, por una parte, pretendía poner en evidencia las divisiones entre Los Republicanos, ya que una parte de sus diputados se pronunciaron por bloquear el debate del proyecto de ley, cuando Pécresse se había mostrado en favor de lo esencial de su contenido.
Además, buscaba también marginar a los candidatos ultraderechistas en su defensa de los antivacunas, que en realidad son un grupo muy minoritario (más del 90 % de la población adulta en Francia está vacunada).
Manifestaciones contra el certificado de vacunación
Una parte de esos colectivos están hoy en la calle. Como cada sábado desde el pasado julio, se han convocado en decenas de ciudades francesas marchas y concentraciones para protestar contra la imposición del certificado sanitario para actividades corrientes de la vida social y ahora de forma particular contra la futura obligación del certificado de vacunación que lo sustituirá.
En espera de las cifras oficiales, las fuerzas del orden anticipaban que saldrían a la calle unas 40,000 personas convocadas por organizaciones dispares, entre las que hay movimientos de ultraderecha como Los Patriotas pero también colectivos de “chalecos amarillos”.
Por lo que respecta al proyecto de ley, continúa su recorrido parlamentario en el plenario del Senado a partir del martes, con pocas posibilidades de que esté definitivamente aprobado el día 15 como quería inicialmente el Gobierno de Macron.
El texto que salió de la Asamblea establece la obligación de demostrar con un nuevo certificado que se ha completado la pauta de vacunación para tomar algo en un bar o en un restaurante, para ir al cine, a un espectáculo o a un estadio, pero también para viajar en un transporte público de largo recorrido (avión, tren, autobús o barco).
Eso implica que ya no bastará con tener un test negativo para seguir haciendo todas esas actividades y que los que trabajan en esos sectores habrán de disponer de ese certificado de vacunación para seguir en actividad.