Durante años, este laberinto de callejones estrechos y casas de bloques de hormigón precariamente apilados estuvo vedado a las empresas de reparto de comercio electrónico brasileñas, por considerarlo intransitable y peligroso.
Incluso cuando los pedidos por internet se dispararon durante la pandemia, los residentes de Paraisópolis, una comunidad pobre de 100,000 personas en el corazón de São Paulo, a menudo encontraban que sus códigos postales eran rechazados cuando llegaba el momento de pagar en línea.
“Bloquearon esta zona por considerarla un área de riesgo”, manifestó Givanildo Pereira Bastos, residente de 21 años.
Para solucionar el problema, Pereira puso en marcha Favela Brasil Xpress, una empresa de reparto dispuesta a llegar donde otros no van.
Los paquetes llegan a un centro de distribución antes de ser clasificados y entregados a su destino final, a veces navegando por los estrechos callejones en tuktuk o en bicicleta. En ocasiones, las entregas deben hacerse a pie.
Favela Brasil Xpress tiene 90 trabajadores en Paraisópolis, todos ellos residentes en la comunidad. En todo el país, la empresa opera en ocho favelas en los estados de Sao Paulo, Rio de Janeiro y Minas Gerais. Pereira espera seguir expandiéndose.
“No teníamos ni idea de cuánto consumen los habitantes de las favelas a través del comercio electrónico. Sólo en Paraisópolis se realizan unas 800 entregas al día”, declaró Pereira.
Pero encontrar direcciones no siempre es fácil, hasta para un residente conocedor como Pereira.
“Incluso yo tuve algunas dificultades para hacer las entregas”, dijo, recordando un retraso al localizar el domicilio de un hombre que llevaba cuatro meses esperando un datáfono. Para cuando llegó, el negocio del hombre ya había cerrado.
Pereira espera que su empresa pueda contribuir a reducir la desigualdad.
“No queremos vivir en dos ‘Brasiles’. Queremos vivir en un sólo Brasil, donde el habitante de una favela tenga los mismos derechos que alguien que vive en un barrio rico”.