La cadena de comida rápida Kentucky Fried Chicken afronta estos días críticas en China por haber lanzado una promoción que incluye codiciados juguetes exclusivos dentro de un menú familiar, algo que las autoridades creen que fomenta el “consumo irracional” y el desperdicio de comida.
La Asociación de Consumidores de China censuró en un comunicado que la iniciativa de la conocida marca de pollo frito “induce a comprar por impulso” y puede causar un desperdicio innecesario de comida”, además de acusar a la empresa de poner en práctica un “marketing hambriento” para incrementar sus ventas.
La campaña de KFC con motivo del 35 aniversario de la apertura de su primer local en el país asiático consiste en una colaboración con la empresa china de juguetes Pop Mart, que ha creado una edición limitada de siete figuras.
Con la compra de un enorme “cubo” o menú familiar se incluye una de estas figuras, pero el comprador no sabe cuál le tocará, por lo que los ávidos coleccionistas se han lanzado a comprar cubos y cubos de pollo para completar la serie.
Más allá, según el comunicado de Consumo, algunas de las figuras aparecen menos que otras: la más difícil de encontrar solo se incluye en uno de cada 72 menús.
También hay quien ha visto posibilidad de negocio y en aplicaciones de venta de segunda mano la colección de figuritas de plástico se ha llegado a adjudicar por más 10,000 yuanes (US$ 1,570 o 1,370 euros), cuando el precio de un menú familiar es de 99 yuanes (US$ 15.5 o 13.5 euros).
Una pequinesa citada por el diario oficial Global Times y fan de los muñecos Pop Mart aseguró haber comprado tres menús familiares de golpe y, aunque ella y sus compañeras de piso estuvieron comiendo pollo dos días, reconoció que no pudieron acabarse el contenido de los cubos y parte de la comida acabó en la basura.
Para esta contingencia también han aparecido internautas avispados que ofrecen a quienes están más interesados en las figuras que en la comida “ayudarles” y comerse ellos el pollo.
“Tú te quedas con el juguete y yo con las calorías”, escribió una de estas almas desinteresadas en la red social Weibo -el equivalente de Twitter, que está censurada en China-.
En verano del 2020 el Gobierno chino inició una campaña - la segunda desde el 2013 - para evitar el desperdicio de comida, aunque sin dar directrices exactas, por lo que cada cual la aplicó como quiso.
Algunos restaurantes comenzaron a ofrecer medias raciones, otros limitaron la cantidad de platos para compartir que podía pedir un grupo de comensales y hubo escuelas que pidieron a sus alumnos grabar en vídeo a diario cómo se cenaban toda la comida del plato.
Según datos publicados en medios oficiales, en el 2015 -última fecha de la que hay estadísticas- se desperdiciaron en las ciudades chinas entre 17 y 18 millones de toneladas de comida, suficientes para alimentar hasta a 50 millones de personas durante un año.