Rusia se dirige a revertir 15 años de crecimiento económico hacia fines de 2023 después de que su invasión a Ucrania provocara una multitud de sanciones y llevara a empresas a retirarse del país, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés).
Se espera que la economía se contraiga un 15% en el 2022, seguido de una caída del 3% en el 2023, dejando el producto bruto interno (PBI) donde estaba hace unos quince años, escribieron los economistas Benjamin Hilgenstock y Elina Ribakova en una evaluación preliminar del impacto de la guerra, señalando que más sanciones pueden cambiar su perspectiva.
“Es probable que una demanda interna significativamente más baja desempeñe un papel crucial, mientras que el colapso de las importaciones debería compensar la disminución de las exportaciones, lo que conduciría a una contribución marginalmente positiva de la demanda externa neta”, escribieron los economistas.
“Sin embargo, si se implementan más sanciones en forma de embargos comerciales, las exportaciones podrían caer más de lo que pronosticamos actualmente”, agregaron.
La invasión rusa de Ucrania el mes pasado provocó el colapso del rublo y generó caos en las cadenas de suministro mundiales y los precios de productos básicos, al tiempo que provocó la salida masiva de empresas del país.
El fabricante de automóviles francés Renault SA es una de las últimas empresas en retirarse, anunciando que detendrá las operaciones en su planta de Moscú y que está considerando el futuro de su participación en la rusa AvtoVaz.
Incluso después del golpe inmediato a la economía de Rusia, la economía sufrirá durante los próximos años por la llamada “fuga de cerebros”, el éxodo de rusos educados de clase media con los medios financieros para abandonar el país, y de los controles de exportación de Estados Unidos y la Unión Europea sobre tecnología, incluida la microelectrónica, que obstaculizarán el desarrollo tecnológico en Rusia durante años, según el IIF.
Al mismo tiempo, la “autosanción” por parte de empresas extranjeras que ya no quieren hacer negocios con Rusia conducirá al debilitamiento de importantes sectores de la economía rusa, según el informe.
“El efecto negativo sobre las perspectivas económicas a mediano y largo plazo podría ser aún más importante”, escribieron los economistas del IIF.