La ciudad de Shanghái en China, principal puerto de contenedores del mundo, está bajo confinamiento por el COVID-19, una medida que perturba la economía china y amenaza las cadenas de aprovisionamiento de todo el mundo.
Para hacer frente a la peor ola de COVID-19 que ha enfrentado China desde el inicio de la pandemia, la capital económica del país -con un Producto Bruto Interno (PBI) equivalente al de Polonia- está en un confinamiento total o parcial desde hace dos semanas.
Pese a que en Shanghái no se ha producido ninguna muerte y la gran mayoría de los casos son contagios asintomáticos, las autoridades decidieron confinar a los cerca de 25 millones de habitantes, pese al alto costo que esto implica para la economía.
Miles de camiones están varados, ya que los conductores que entran a la ciudad deben guardar una cuarentena de dos semanas para salir.
La falta de camioneros repercute sobre la actividad del puerto, aunque las autoridades afirman que por ahora hay menos de una decena de barcos por día esperando poder atracar.
“Pero el problema es que, debido a las restricciones impuestas a los camioneros, el puerto no funciona realmente”, explicó Bettina Schön-Behanzin, vicepresidenta de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en Shanghái.
La representante comercial indicó que escuchó decir que los volúmenes bajaron en un 40% en una semana en el puerto. “Esto es algo enorme”, afirmó.
Ni obreros ni materias primas
El efecto comienza a sentirse por toda China, donde los retrasos de entrega se multiplican en las plataformas de comercio por internet, especialmente para los productos importados. Algunas industrias se ven obligadas a encontrar nuevos proveedores.
Pero este impacto podría sentirse también a nivel internacional ya que el puerto de Shanghái representa un 17% del tonelaje marítimo chino. Cualquier perturbación va a desacelerar el comercio del mayor exportador de mercancías del mundo.
Los empresarios afirman que los confinamientos que se suceden de un lugar a otro del país afectan gravemente sus actividades.
“No todas las profesiones pueden trabajar a domicilio”, señaló Jason Lee, fundador de una empresa de sillas de ruedas bautizada como Megalicht Tech, cuya fábrica en Shanghái está cerrada.
La epidemia podría afectar los objetivos de crecimiento del gobierno chino que esperaba una expansión de 5.5% este año, la cifra más baja en 30 años.
Adaptarse para sobrevivir
Los empresarios intentan adaptarse para sobrevivir. Gao Yongkang, director de la empresa Qifeng Technology en Quanzhou, en el este del país, ya no puede entregarle pedidos a sus clientes habituales, por lo que se reconvirtió para vender trajes de protección.
Otros se las arreglan para cambiar de proveedores. “Es un poco más caro y menos eficaz”, confesó Shen Shengyuan, vicepresidente de New Yifa Group, un fabricante de pañales.
Eric Zheng, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Shanghái se pregunta si la estrategia cero covid sigue funcionando en el contexto actual.
“Esa es la gran pregunta, sobre todo cuando uno la pone en la balanza con el costo económico que conlleva”, manifestó.