La persistente sequía en el oeste de Estados Unidos, agravada por la crisis climática global, amenaza la existencia de las ancestrales secuoyas gigantes, mientras recientes incendios forestales han abrasado total o parcialmente gran parte de las arboledas de estos majestuosos árboles en los bosques de California.
Las secuoyas son los organismos vegetales más grandes del mundo, con alturas que pueden superar los 100 metros y un diámetros de alrededor de diez. El ejemplar conocido más viejo tiene 3,200 años, calculados mediante el recuento de sus anillos de crecimiento.
Irónicamente, el fuego es parte crucial de la reproducción de las secuoyas ya que el calor favorece la liberación de las semillas de los conos que las contienen, y los brotes arraigan en los claros despejados por las llamas.
Sin embargo, “el problema surge cuando, debido a la pertinaz sequía, la prolongación de los días cálidos y la reducción de los días invernales, con la consiguiente disminución de la masa nevada en las montañas, los bosques se convierten en pasto fácil de las llamas”, explicó Javier Sierra, portavoz del grupo ambientalista Sierra Club.
Entre el 2015 y 2021, una mayor intensidad de los incendios forestales ha arrasado más del 85% de toda la superficie de secuoyas en la Sierra Nevada californiana, de acuerdo con el Servicio de Parques Nacionales.
Actualmente, el incendio Oak, el mayor de los cinco activos en el estado, arde cerca del Parque Nacional Yosemite y representa un riesgo para las secuoyas de esta reserva.
El fuego, iniciado el 22 de julio, ha devastado cerca de 8,000 hectáreas y está contenido en una tercera parte, según las autoridades estatales.
California, al igual que la mayor parte del país, ha experimentado semanas de temperaturas excepcionalmente altas, y en años recientes el estado ha sido escenario de incendios forestales cada vez más extensos.
Ante la amenaza, el Servicio Forestal de Estados Unidos anunció la semana pasada una “acción de emergencia” a partir de este verano y hasta el 2023 en más de 5,000 hectáreas en 12 arboledas de secuoyas en California.
La idea es remover materiales combustibles y contempla poda o derribo de árboles, aplicación de retardantes químicos, retiro de materia orgánica superficial de la base de las secuoyas y quemas controladas.
De las 37 arboledas halladas en unas 15,000 hectáreas de bosques nacionales en California, todas excepto cinco se han quemado total o parcialmente en recientes incendios, y muchos monarcas -las secuoyas más grandes- murieron, según el Servicio Forestal.
La agencia detalla que desde el 2015 los incendios forestales han causado “una devastación significativa en las arboledas de secuoyas y destruido casi una quinta parte de todas las secuoyas gigantes en los últimos dos años”.
Combustibles fósiles, la amenaza
El Sierra Club celebró en una declaración la iniciativa federal, pero su portavoz apuntó que es muy difícil proteger cualquier bosque del mundo en las actuales circunstancias de crisis climática, “especialmente en el suroeste estadounidense que sufre sequías crónicas”.
“Es de crucial importancia para proteger los bosques ancestrales y maduros de Estados Unidos y a la humanidad entera que se implemente la herramienta más importante en la lucha contra la crisis climática: la reducción drástica del consumo de combustibles fósiles, un 45% de aquí al 2030 y por completo para el 2050″, expuso Sierra.
Sostuvo que proteger los árboles maduros “es la mejor oportunidad de recobrar los bosques ancestrales, de los cuales en Estados Unidos ya hemos perdido 95%”.
El experto aseveró que las agencias federales tienen que evolucionar y convertirse en agencias de gestión de carbono, “empezando por la eficaz gestión de los bosques, como las secuoyas, en terrenos federales”.
“La política climática forestal es la pieza perdida de los esfuerzos por abordar la crisis climática. De las emisiones globales causadas por el ser humano desde 1870, 26% se deben a la deforestación y la degradación de los bosques del planeta”, enfatizó.
Asimismo, indicó, “los bosques ancestrales y maduros poseen el mayor potencial de retener cantidades significativas de carbono y de recobrar el carbono que hemos emitido en los últimos 200 años”.
El éxtasis extraterrestre
Además de la relevancia de estos árboles en la mitigación del cambio climático, Sierra señaló que “el torrente de admiración, incluso éxtasis, que cualquier amante de la naturaleza recibe al ver las secuoyas por primera vez es difícil de describir”.
“Estas maravillas parecen extraterrestres por su asombroso volumen y exquisita belleza. Entrar en un bosque de secuoyas para muchos equivale a adentrarse en una catedral natural que deja al observador marcado para toda su vida”, dijo.
Lamentablemente, advirtió, el hábitat de las secuoyas se ha reducido significativamente, sobre todo en los últimos 150 años. “El mundo, nosotros, los seres humanos, tenemos la responsabilidad de preservar estos prodigios para futuras generaciones”, manifestó.
“Un proverbio indígena nos advierte que nosotros no somos los dueños del mundo; solo se lo hemos pedido prestado a la próxima generación. Privarles de las secoyas sería un pecado imperdonable”, puntualizó.