Todo el mundo habla de que la variante delta es más letal y que la variante ómicron es más transmisible. Pero ¿cómo puedo saber qué variante tengo?
Si uno contrae COVID-19, hay muchas razones por las que podríamos preguntarnos qué variante contrajimos. Datos iniciales sugieren, por ejemplo, que una infección por ómicron proporciona una mejor inmunidad contra no solo otro caso de ómicron, sino también por otras variantes como delta. Y es cierto que ómicron, aunque es muy contagiosa, parece ser menos grave que otras variantes.
Por supuesto, a escala nacional y global, hay mucho interés en rastrear qué variantes se están propagando más rápido. Es por eso que muchos países, incluidos Estados Unidos, el Reino Unido y Sudáfrica, donde se identificó por primera vez la variante ómicron, han aumentado los esfuerzos de secuenciación de virus. Saber qué variante es dominante y comprender sus características puede ayudarnos a responder mejor a la pandemia.
Pero en EE.UU., dice Jeremy Kamil, microbiólogo e inmunólogo de Louisiana State University Health Shreveport, las directrices federales actuales impiden que los laboratorios informen a los pacientes o a sus médicos sobre los resultados específicos de la secuenciación del genoma de sus muestras. La excepción, dice, es Oregón, donde una ley estipula que si un laboratorio estatal ordena la secuenciación de su muestra, el paciente puede obtener el resultado.
Pero eso significaría que su muestra tendría que haber sido secuenciada en primer lugar. EE.UU. solo está secuenciando una fracción de las muestras de los pacientes. Las pruebas estándar de COVID solo pueden determinar si uno es positivo o negativo.
“Ninguna prueba puede decir con certeza qué variante se tiene sin la secuenciación completa del genoma viral”, dijo Kamil.
Pero él dice que hay una serie de razones por las que se le debería brindar esa información a la gente.
“Sin duda, estas regulaciones, aunque bien intencionadas, frenan el monitoreo genómico en EE.UU.”, comentó Kamil. “Queremos que la gente comparta muestras. Por lo tanto, debe ser desalentador no poder entregarles ningún dato”.
Además, agregó que si alguien se enferma gravemente por el virus, la secuenciación de datos podría salvarle la vida. La mayoría de los tratamientos con anticuerpos monoclonales autorizados en EE.UU., por ejemplo, todavía funciona en delta pero no en ómicron.
“Saber que alguien está hospitalizado con delta y no con ómicron podría abrir el acceso a terapias que salvan vidas”, dijo. Eso significa que también debemos buscar que la secuenciación sea más común.
“Francamente, es vergonzoso que no aprovechemos la última tecnología de secuenciación rápida para salvar vidas”, indicó.