Las últimas innovaciones farmacológicas en hematología y especialmente las terapias celulares contra las leucemias (CAR-T) llegan tarde y a altos costos a los países latinoamericanos, que además sufren desigualdades entre ellos en el acceso a los tratamientos.
Las diferencias entre países ricos y pobres es una de las preocupaciones de los cerca de 2,000 hematólogos reunidos esta semana en Barcelona, en el congreso conjunto de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y la de Trombosis y Hemostasia (SETH), junto con la Sociedad Internacional de Hematología (ISH, en sus siglas en inglés).
Uno de los asuntos destacados de este congreso son los avances en inmunoterapia CAR-T, empleada en leucemias y linfoma, a menudo el último cartucho para enfermos que ya lo han probado todo sin éxito, y que consiste en extraer linfocitos T (células del sistema inmunitario) del paciente, modificarlas y reintroducirlas en el cuerpo del enfermo.
Desigualdades entre países
Si bien en España las CAR-T están implantados en 20 centros, en Latinoamérica aún se la espera: solo Brasil tiene un hospital que lo aplicará en breve y hay otro centro en México, el Hospital Doctor José Eleuterio González de Monterrey, al que aún le falta la aprobación gubernamental.
El especialista mexicano David Gómez Almaguer, que trabaja en este centro de Monterrey y preside la Sociedad Internacional de Hematología (ISH), lamenta que Latinoamérica va entre “cinco y diez años de retraso” en implantación de terapias en comparación con Estados Unidos, donde los CAR-T se empezaron a aplicar en 2013.
“Muchos medicamentos aprobados en Estados Unidos luego, por comercialización o por costo, no llegan nunca (a los países del centro o sur de América), o llegan tarde, y si llegan tienen un costo prohibitivo para la inmensa mayoría de los pacientes”, remarca.
El presidente de la ISH confía en que el congreso pueda ser una oportunidad para estrechar lazos con el fin de que algunos de los vectores virales de los CAR-T producidos en España, que es el elemento más caro de la terapia, puedan llegar a Latinoamérica, lo que cree que contribuiría a reducir el precio.
La aprobación de fármacos por parte de las autoridades de cada país no necesariamente se traslada en la accesibilidad al mismo: “Aunque se puede comprar, luego no llega a los pacientes con niveles económicos bajos”, destaca el doctor Gómez.
La situación es especialmente complicada en los países más desfavorecidos, como Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Cuba, Haití o Venezuela.
De las dificultades surgen también oportunidades y eso lo saben bien los hematólogos latinoamericanos, que han aprendido a hacer malabares para tratar enfermos con tratamientos más económicos o modificando las dosis, estrategias que también funcionan.
Sin embargo, estas técnicas innovadoras luego es difícil que se internacionalicen, de nuevo por cuestiones económicas: los ensayos clínicos para corroborar los indicios observados en la práctica clínica tienen un elevado costo.
Sin registros de trasplantes de médula
Otra de las carencias es la falta generalizada de registros de donantes anónimos de médula ósea, que sirven para cruzar datos y encontrar personas compatibles con un enfermo de leucemia para poder practicarle un trasplante.
Entre los pocos que tienen este recurso se cuentan Brasil, Argentina o Uruguay, mientras que México está conectado con el de Estados Unidos.
Otra vez la pobreza de este recurso ha llevado a los doctores latinoamericanos a perfeccionar el trasplante más difícil, el haploidéntico, con la mitad de compatibilidad con un hijo o hermano del enfermo.
Este trasplante entre parientes ofrece la ventaja de la rapidez, pues no hay que recurrir a un donante desconocido que, si bien podría ser más compatible con el enfermo y facilitar así el trasplante, hay que buscarlo.